Revista Coaching

Luna llena… de poesía

Por Mbbp

LUNA LLENA… DE POESÍA

Como cada noche de estos últimos tiempos, el tejado estaba vacío. Era una noche de luna llena, en la que, como cada noche, el gato pensaba en ella. Pero esa noche era especial, porque quizás los recuerdos se abalanzarían sobre ella, su amor lejano pero presente cada minuto del día…

Era una noche otoñal y fría, de esas que sobrecogen el Alma, cuando el amor no la inunda y la ilumina! Y el gato lo sabía y le apenaba ahora no estar junto a ella para abrazarle con ternura, haciéndole sentir querida. Una noche más, el gato debería conformarse con sentirla en su corazón y que ese sentimiento puro y verdadero le llegara de alguna forma a ella

El gato cerró sus felinos ojos verdes y se entregó a soñar. Y la vio tal vez cabizbaja, lánguida y un tanto apenada. La observó paseando por el bosque encantado, por ese sendero mágico que la llevaba cada día al lago plateado en el que veía su propia y bella imagen reflejada…

Y soñó que en esa imagen proyectada por la luna adorada, le vería también a él y se sentiría lejana, pero enamorada. Y la creyó ver sonreir sutilmente, mientras en su corazón se amonotonaban sus emociones contradictorias de amor y de pena, acumulada. Y el gato sintió la necesidad de regalarle su propio hoy luminoso, sereno y pleno, a cambio de ese ayer sombrío y a ratos tenebroso…

Pero el gato se dio cuenta de que, aún con ese precioso regalo que si pudiera le haría a ella en esa noche algo triste pero de luna magníficamente llena, quizás no lograría hacerle sentir enamorada. Y se entristecío, encontró a faltar ese abrazo intenso y esa mirada que ella tal vez ahora necesitaba…

Y el gato mantuvo sus ojos cerrados, mientras soñaba! Y soñó que, en una noche de luna llena como aquella, ella merecía amar y sentirse amada, compartiendo esa felicidad que sin duda necesitaba para vivir su hoy dorado, borrando al fin de su memoria esa sombra de sufrimiento, pasado. Y se dió cuenta de que él, esta vez, no podía hacer nada para cambiar su bello rostro triste por una sonrisa amplia y sincera, iluminada por su amor y esa magestuosa luna plateada y reflejada en el lago plateado donde cada día ella se miraba…

Y, aún así, sonrió interiormente, sabiendo que, de alguna manera y si ella miraba en el interior de su corazón, tras la pena hallaría su amor, sintiéndolo hoy tal vez demasiado lejano pero recordándole ese “poesía, poesía, poesía” de quien más la quiso y le invitó a que fuera dulcemente feliz para siempre… y que en esa especial noche de luna llena tal vez lo compartiría con él, su gato, aunque hoy solo fuera una vez más en silencio…

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