Luna llena, hoy invisible

Esa noche el cielo estaba encapotado, llovía y unos nubarrones ocultaban la luna! Pero el gato, como cada noche, subió al tejado! A los gatos no les gusta el agua, todo el mundo lo sabe! Pero, con lluvia o sin ella, el tejado era su especial mirador para contemplar y adorar a su luna, bien amada! Y hoy era llena, aunque no se viera! El gato había aprendido con el tiempo a presentir su eterna presencia, pues no eran sus ojos los que la percibían! Era su corazón, siempre atento y a veces silencioso…

La lluvia caía en esa noche otoñal, después de un largo y seco verano! Y el gato sabía que esa lluvia propiciaría el retorno de esas flores multicolores cuando llegara la primavera! Y cerró sus ojos, mientras por momentos su pelaje se iba empapando y el frío calaba sus huesos. Y soñó en silencio, como siempre lo hacía al contemplar su luna, amada! Y la vió a ella paseando por el encantado bosque, esa velada inhóspita, oscura y mojada! Pero creyó ver su aura de amor, que le acompañaba e iluminaba, junto a sus queridas niñas, por ese estrecho sendero que las llevaban al claro del bosque, donde el plateado lago reflejaba a su luna… y su Alma amada!

Pero esa negra noche, cuya luna llena estaba oculta tras las nubes, era como cada noche especial, porque estaba ella, como cada instante estaba! Y se sintió reconfortado… porque la sentía feliz en ese bosque encantado por ella! Y aunque no viera su imagen reflejada en la cara radiante de la luna, su corazón sentía que, como cada noche, allí estaba!

“Lo esencial es invisible a los ojos, hay que verlo con el corazón“… bien abierto, había ya aprendido el gato! Y era así, porque ni el tiempo ni la distancia le privaban cada día y cada noche de la presencia de ella, su hada mágica, amada y siempre soñada!

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