Un rayo de sol entra por los agujeritos de la persiana de Luna, ya es de día, pero ella apenas ha podido pegar ojo. Ha sido una noche complicada, llena de sobresaltos… “menos mal que es sábado” – piensa Luna.La enfermedad de Carmen avanza, y eso se hace notar en su estado de alerta y en el sueño y descanso de la familia.-Buenos días abuela- dice Luna con una sonrisa medio forzada.-Carmen se gira y responde… “días…”. Y sigue mirando hacia el infinito.Luna coge a su gato TAU y le pone encima de sus faldas. Carmen pega un pequeño respingo como si despertara. Dirige su mirada a Tau y comienza a acariciarle y a decirle cosas.Luna ya tiene 12 años y conoce muy bien la situación. Sus padres se han encargado de que sepa todos los secretos de la enfermedad de su abuela, el Alzheimer. Ella ha sido partícipe de cada etapa, y está tomando conciencia de que las cosas están cambiando, y que esa maldita enfermedad está comenzando a comer terreno.No obstante Luna no desiste. Se niega a aceptar que su abuela pase las horas “dormida” así que se propone hacer lo que esté en su mano para mantenerla despierta el mayor tiempo posible. TAU es ahora con quien más interactúa Carmen, así que aprovechando que es un gato muy muy cariñoso, siempre que puede se le pone encima. -Gatito bonito… mira que pelo más suave… qué cariñoso que eres…- Dice Carmen mientras no le quita la mirada de encima.
Luna además, se encarga de que su abuela tenga siempre la manicura perfecta, algo con lo que Carmen siempre fue muy exigente, no sin antes darle un buen masaje de manos. Un momento íntimo y de contacto al que ambas se aferran.-Tic, tac, tic, tac, tic, tac… -“¿qué es eso que suena abuela?-, pregunta Luna.- Parece un reloj…- Responde Carmen dubitativa... -Pio, pio… pio, pio… -¿qué animal está cantando?- añade Luna.-“Anda, parece que se ha colado un pajarillo…”. Dice Carmen sorprendida.Luna graba montones de sonidos con su teléfono y aprovecha a ponerlos para que su abuela se mantenga alerta.-¡Dónde vas con eso Luna!, lo voy a necesitar en un rato…-Dice su madre mientras remueve con esmero la bechamel…-Un momento mama no tardo nada- grita Luna apurada y a punto de tropezar. Lleva entre sus manos una caja llena de especias, algunas ramas de tomillo, romero y albahaca, una botella de aceite de oliva y vinagre y tarros de sal y azúcar.-Adivina abuela, ¿a qué huele?... ¿y esto, a qué sabe?- Luna va dando a probar y oler a Carmen y descubre que su paladar y olfato no son los que eran, pero con su ayuda consigue adivinarlo.
Hoy se avista una brillante luna menguante pero el porche permanece vacío... Menguante y vacío como la memoria, los recuerdos y la vida de Carmen, que poco a poco y a pesar de los esfuerzos de su nieta, se van apagando.
