Revista Coaching

Luna nueva…

Por Mbbp

LUNA NUEVA…

El gato miró hacia lo bóveda celeste, esta noche plagada de estrellas tintineantes que iluminaban el cielo! Aún así, quizás entre todas esas miles de estrellas no consiguen dar tanta luz como para crear sombras en el suelo -penso para sus adentros el gato… Y es que cuando había luna radiantemente llena, su silueta felina creaba una sombra en el suelo, como los árboles, como los edificios…

Efectivamente, esa multitud de estrellas brillantes no eran capaces por sí mismas de provocar siquiera sombras en una negra noche como ésta. Pero cada una de ellas tenía suficiente energía y luz como para iluminar su pedacito de cielo, en un Universo gigantesco! Cuántas veces necesitamos la presencia de una magestuosa luna llena y, en cambio, nos dan miedo las sombras que ella provoca en el suelo! Donde hay luz, hay sombra… y a mas radiante es la luz, más sombras oscuras provoca! -siguió pensando el gato…

Y, como cada noche, se encaramó a su tejado preferido, desde donde podía observar el cielo nocturno o bien cerrar sus ojos de gato para soñar un rato. Y soñando, con los ojos de su corazón bien abiertos, podía apreciar la claridad del bosque encantado allí donde nace el arcoiris y del lago plateado que reflejaba noche tras noche el bello rostro de su amor mágico, aunque lejano. Y junto a ella, veía también a sus niñas queridas jugando en el claro del bosque, iluminadas por esa luz de amor y felicidad que trae consigo cada niño que llega a este mundo nuestro…

Y es que la luz de un niño, si la observamos con el corazón bien abierto, no provoca sombras… no es la luz de una radiante y llena, sino la discreta luz de una minúscula estrella que ilumina su espacio en el Universo! Pero es suficiente para iluminarnos la vida entera, sin hacer sombras y aunque sea una negra noche sin luna! Esa es la grandeza de un cielo de noche sin luna, pero lleno de niños-estrellas que nos acompañan, giñándonos sus ojillos traviesos…

Y le gustó su dulce sueño, en el que sus niñas amadas jugueteaban -como cada noche con o sin luna- junto al lago plateado. Y cerca de ellas, también vió a su amada madre, que susurraba una bella canción que hablaba de un amor lejano y de su presencia aterna en su corazón despierto…

Y el gato abrió de nuevo sus ojos y fue capaz de ver en cada una de esas miles de estrellas luminosas del cielo el rostro sonriente de sus amadas niñas… en silencio, pero siempre presentes, iluminando su vida!

 

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