Como cada noche, el gato subió a su tejado favorito. Se acomodó y cerró sus felinos ojos para soñar, mientras el mágico influjo de la luna nueva iluminaba su corazón…
Y en su sueño vio a su hada mágica reposando en la orilla del lago plateado. Y junto a ella, vio a sus niñas jugando sobre una mullida manta de algodón, bajo la mágica luz que penetraba por entre las ramas de los árboles que empezaban a vestirse de primavera. El bosque parecía en esa época del año más mágico y vigoroso de lo habitual. Desde las desnudas ramas del invierno, estaban empezando a brotar nuevos tallos y hojas de un color verde intenso…
La primavera estaba próxima ya y podía sentirse en el aroma de algunas flores que se desperazaban entre la hierba, después de su letargo invernal. La luz del sol ya empezaba a ser brillante y ofrecía su incipiente calidez. El sonido de la primavera empezaba a entonar su armoniosa canción, acompañada del cantar de los pajarillos que daban la bienvenida al sol…
Pero el gato sabía que, más allá de esa casi recién nacida Primavera, sentía también cercana esa otra Primavera del Alma, esa que pronto iluminaría su vida entera para siempre. Después de un largo tiempo invernal de sombras, frío y oscuridad, la luz de la Primavera hiría abriendo los coloridos pétalos de su corazón, día a día…y ya para siempre! El aire que respiraba se tornaría cálido y aromático, como la miel. La melodía de las hojas mecidas por la brisa apaciguarían el viento gélido y seco del invierno en el bosque encantado que le gustaba soñar. El lago plateado recibiría la cristalina agua que bajaba de las montañas y que mojarían sus pies…
Y es que una luna nueva siempre invita a soñar en el inicio de algo nuevo, que aún está por llegar! Porque la vida está hecha de finales y nuevos comienzos, que se intercalan sin parar! Y el gato sintió en su piel la llegada de esa nueva luna que le haría pronto renacer! Y abrió los ojos, los abrió bien…
Y se vió a sí mismo frente al plateado lago, allí donde sus niñas jugaban junto a su amada mamá, viendo pasar las cálidas horas de esa Primavera del Alma que estaba apunto de llegar…
Y sonrió… y se sintió -una vez más- feliz…
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