LONDRES: Entran en vigor los nuevos reglamentos sobre la industria cinematográfica británica. Todos los filmes deberán de pasar antes por un censor del Ministerio de Información, y durante la producción de las películas, un oficial comisionado se encargará de que la realización se adecue a los requisitos propagandísticos del ejército. En la práctica, estas restricciones, unidas a las dificultades inherentes a la Guerra, provocarán un brusco descenso en la producción cinematográfica británica, quedando prácticamente limitada hasta 1942 a largometrajes de propaganda y comedias ligeras de bajo presupuesto.
