Durante años he sido el mejor cliente de mi gimnasio. Durante años, los gestores de la instalación han intentado conocerme para darme las gracias por el poco gasto de agua, electricidad o taquillas que he realizado durante este tiempo. Pero como el halago debilita, este año he decidido dejar que otro ocupe mi lugar. La verdad es que no me echarán de menos, siempre habrá alguien que se inscriba para no visitar jamás sus flamantes instalaciones.
En este país que somos muy de hacer grandes planes que nunca llegamos a cumplir, el deporte sigue ocupando el lugar de honor junto con los idiomas. Dicen los expertos que 66 días son suficientes para implantar un hábito, pero si esto requiere un esfuerzo físico o intelectual, como que lo vamos dejando. Los españoles estamos para dirigir el banquillo. Desde la barra del bar y a partido jugado, mientras que esgrimimos los poderosos argumentos por los que el entrenador tiene que marcharse. Además, en un alarde cosmopolita, hacemos por impostar la voz al decir ‘beil’ en lugar de Bale. Hemos matado dos pájaros de un tiro.
Pero ojo, una cosa es que nos metan extranjeros en el equipo, y otra muy diferente, es que quieran hacer extranjeros nuestros colores y esto, aún no lo han querido entender los dirigentes del Barça. Ayer mismo, y coincidiendo con la investidura de Puigdemont, el Twitter oficial del club volvía a dejar claro el talante separatista de la ejecutiva azulgrana en una nueva falta de sensibilidad por los cientos de miles de seguidores culés que se reparten por toda España.
El tuit habla de “etapa histórica y apasionante que hoy se inicia en nuestro país, Catalunya”. Lo que tranquiliza es que ese exceso digital para mantener la subvención por las camisetas con la senyera es tranquilizador. Piénselo bien, ¿qué equipo de fútbol se plantea, ni siquiera por un momento, la posibilidad de sus ingresos mermen? Si ese “país” de las maravillas existiera, ¿dónde iba a vender las camisetas de un equipo que juega en la liga catalana?¿Iba el govern a cubrir el dinero que ahora le ponen desde los Emiratos?¿Dónde jugaría Piqué, en el Madrid, o se quedaría a defender la camiseta cuando ya no haya euros? Ni mucho menos, el mítico club caería en el olvido. Ese lugar en el que se encuentran los equipos a los que la falta de presupuesto les priva de aficionados haciendo cábalas sobre el esmoquin que lucirá su estrella en la gala del ‘Balón de Oro’.
El que en su día probó el banquillo blaugrana es Iñaki Urdangarín que hoy se sienta en otro más frío, el que servirá no para esperar su entrada en la cancha sino en prisión. No se le conocen tuits al ex balonmanista, pero parece que en la cosa de los correos electrónicos se manejaba con avidez. Y es que esto de la diarrea digital es muy culé. Y si no, que se lo pregunten a Dani Alves o a Piqué.
Foto: Américo Toledano bajo licencia CC BY-SA 3.0