Revista Viajes
La segunda escala del Oosterdam en la República de Vanuatu tuvo lugar en Lungaville, en la Isla Espíritu Santo. Situada en la parte más septentrional del país, es la isla de mayor tamaño de todo el archipiélago, y Lungaville la segunda población en importancia del país. Llegamos pronto por la mañana, tras una bonita navegación por el Canal Segond y las bahías que dan abrigo a Lungaville. Poco se puede exigir a las infraestructuras de esta población para recibir barcos de crucero, ya que un único muelle de hormigón sirve tanto para recibir a los mercantes cargados de contenedores o grano como los turistas que recalan en la capital de la Isla Espíritu Santo. Y precisamente, ese mismo motivo es lo que la hace tan maravillosa, los pocos visitantes que recibe anualmente que hace impensable que dos cruceros coincidan en este lugar tan remoto del Pacífico Sur. Nada más desembarcar una hilera perfectamente alineada de locales, y relativamente calmada, ofrecía toda clase de tour y visitas de la isla, así que entre tanta oferta era fácil elegir alguna opción o, como en nuestro caso, elegir la oferta más ventajosa de chófer y furgoneta para que nos llevara a los rincones que queríamos ver de la isla.
Una vez montados en la furgoneta (y digo montados porque casi repetimos los mismos compañeros de viaje del día anterior en Port Vila salvo alguna deserción) cogimos carretera hacia uno de los puntos más escénicos de la parte norte de la isla, Port Olry. Esta carretera que une Lungaville con la parte norte de la isla, los propios habitantes de la Isla Espíritu Santo la llaman la carretera de Obama, debido a que han sido los norteamericanos los que recientemente han financiado el asfaltado de la misma, según nos comentó el chófer de nuestra furgoneta. Y es que para los americanos Vanuatusiempre ha sido un importante punto estratégico del Pacífico, y la Isla Espíritu Santo ha sido utilizada como una base para su flota de barcos de guerra del Pacífico.
Y llegamos al paraíso (de nuevo). Port Olry es una bellísima ensenada, semi cerrada por una pequeña isla llamada Dolphin Island, y con una larga playa de impoluta arena blanca en cuyas aguas turquesas sólo nada alguno de los pocos habitantes que viven en las cabañas de los alrededores. No había turistas, ni pesados vendedores, ni grupos ruidosos, ni nada ni nadie que pudiera estropearme aquel maravilloso instante. Sólo tranquilidad, paisajes de ensueño, aguas limpias y cálidas y una suave brisa que aliviaba el calor bajo el sol tropical. Y si por algo es conocido Vanuatu es por ser el paraíso de los buceadores. A unas decenas de metros de la orilla un arrecife daba cobijo a un buen número de especies de peces tropicales. Fue una delicia poder bucear en aquel rincón del paraíso, y eso a pesar de que el arrecife había sufrido bastantes daños durante el paso de un gran ciclón dos años atrás.
La proximidad de Champagne Beach, una de las más famosas playas de Espiritu Santo, hace que a la playa que elegimos nosotros en Port Olry no vaya casi nadie, lo que la hace idílica. De hecho a Champagne Beach se dirigían la mayor parte de las excursiones del crucero, por lo que no era nada recomendable ir.
A pesar de ser un lugar donde casi no va nadie, los habitantes que viven en los márgenes de la playa cobran una pequeña entrada por acceder a su pequeño rincón del paraíso, es la forma que tiene de ganar unos dólares. A cambio mantienen la playa en perfectas condiciones y libre de palos, ramas y raíces. De nuevo tuvimos que tener cuidado con las palmeras que crecen a lo largo de la playa ya que se encontraban cargadas de cocos. Y ya se sabe que la caída de un pesado coco desde siete u ocho metros de altura puede abrirte el cráneo fácilmente.
Nuevamente en carretera, esta vez para ir a conocer otra laguna azul, pero esta vez en la Isla Espíritu Santo. Yo creo que todas las islas del Pacífico tienen su propia versión de laguna azul. Pero esta "Blue Lagoon" de Espíritu Santo era bien distinta a la que visitamos (y buceamos) en la Isla de Éfaté. Si en la de Éfaté las aguas dulces del manantial se mezclaban con las salobres del océano y sus fauna la componían peces tropicales y manglares, en la laguna de Espíritu Santo el agua es exclusivamente dulce y se encuentra en el interior de la isla. Y consecuentemente su fauna son sosos peces de agua dulce con escaso colorido y poco más.
La Laguna Azul de Espíritu Santo posee un intenso color azul añil.
La laguna está rodeada de una espesa jungla. Muchas de las raíces de esta masa forestal se adentran en la laguna formando una especie de jaulas que daban cobijo a muchos pequeños peces de agua dulce. También era el lugar de concentración de insectos y algún que otro mosquito que nos dejó un pequeño recuerdo para los días posteriores. Pero sus aguas fresquitas nos sirvieron para quitarnos el sofocón y la pegajosidad de nuestros cuerpos en un día bastante cubierto de nubes y especialmente bochornoso.
Y por fin, en la que sería nuestra última aventura del día en la Isla Espíritu Santo, llegamos a "Million Dollar Point". Situado casi en la entrada al canal que lleva hasta Lungaville, justo frente a la pequeña isla de Tutuba, este extraño y casi único lugar del mundo acumula una interminable cantidad de artefactos bélicos procedentes de la Segunda Guerra Mundial que atrae a buceadores de todo el mundo. Después de la guerra los americanos arrojaron al agua tractores, aviones, jeeps y diverso armamento antes de abandonar la isla. Con el paso de las décadas se ha convertido en un cementerio submarino paraíso de los peces, y en un lugar increíble para el buceo. Tuve tanta emoción y disfruté tanto buceando de un lado para otro que perdí hasta la noción del tiempo, en realidad ni sabía cuanto llevaba metido en el agua. Y si a todo eso añades el pecio de una barcaza de guerra de unos treinta metros de eslora, y en el que era bien visible su hélice, timón y codaste hundido a penas a seis u ocho metros, y la inmensa vida marina creada alrededor de toda esta chatarra, resulta fácil comprender la merecida fama mundial entre los amantes del buceo y el snórkel de este rincón del Pacífico.
Ejes de camiones, enormes radiadores, cajas de cambio, y hasta motores de aviones de doce cilindros están diseminados a decenas por las rocas y los fondos marinos. Existe una anécdota curiosa en Vanuatu. Durante toda la duración de la Segunda Guerra Mundial nunca hubo combate terrestre entre tropas en la Isla Espíritu Santo. Tan sólo sufrió algún bombardeo por parte de los japoneses, y en todo el conflicto hubo una sola víctima; la vaca Bossy. Y los vanuatuenses la levantaron un monumento a su memoria cuya leyenda dice: "Aquí yace Bossy, 9 de septiembre de 1943, porque ella caminaba por ahí en un apagón".
Cercano a este punto de buceo se encuentra hundido el lujoso transatlántico SS President Coolidge construido en el año 1931. Durante la Segunda Guerra Mundial, y tras ser pintado en su totalidad en color gris, fue utilizado por el gobierno norteamericano para el transporte de tropas a través del Océano Pacífico hasta que en octubre de 1942 se fue a pique en el acceso al Canal Segond en Lungaville tras colisionar con dos minas. Hoy en día es la meca de los buceadores, ya que su pecio se encuentra en muy buen estado, y es posible recorrer sus corredores e incluso visitar algunas de sus estancias y camarotes.
Llegada la hora de embarcar, y tras un corto paseo por Lungaville en busca de unas nuevas gafas de buceo y algún recuerdo de Vanuatu, parecía que el cielo empezaba a clarear un poco tras el chaparrón que nos empezó a caer en "Million Dolar Point".
Instalaciones y naves de almacenaje en el puerto de Lungaville.
En la navegación por el canal pasamos por "Million Dollar Point", donde habíamos estado buceando por la tarde. Pero justo antes y muy cerca de este punto se encuentra el pecio del "SS President Coolidge", el lujoso transatlántico zozobrado en el Canal Segond.
Una vez abandonamos el canal de navegación y ya en mar abierto, un pequeño grupo de ballenas se cruzó en la derrota del Oosterdam. Parecía que la presencia del enorme barco no alteró su comportamiento a tenor de su pausada forma de nadar.
En la distancia se divisaba medio escondida entre las nubes la Isla de Pentecostés. Esta isla es famosa entre los que visitan Vanuatu por el espectáculo que ofrecen los habitantes de la isla arrojándose al vacío desde torres de viente metros de altura con sólo unas lianas atadas a sus tobillos.
El Oosterdam ponía rumbo a Fiji. Por delante teníamos 639 millas marinas y un día y medio de navegación. Siguiente puerto de escala Lautoka, en la Isla Viti Levu.