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Lusitania

Publicado el 01 marzo 2011 por Alejandropumarino

Lusitania

La imagen superior recoge una fotografía del submarino que hundió el Lusitania, frente a las costas de Irlanda, el 7 de Mayo de 1.915, en uno de los desastres marítimos más importantes de la Primera Guerra Mundial.

Lusitania

El Lusitania era un buque de doscientos treinta metros de eslora, de porte parecido al malogrado Titanic, perteneciente a Cunard, y que realizaba eficazmente trayectos regulares entre el Reino Unido y Nueva York. La imagen inferior muestra el paquebote en el puerto neoyorquino, una fotografía panorámica que recoge, además, el aspecto de las instalaciones portuarias a primeros del pasado siglo.

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Antes de su salida de este puerto, El Sr. Churchill y el almirantazgo eran conocedores del peligro que suponía atravesar aguas libres en tiempo de guerra, y que el buque podía ser torpedeado por algún submarino alemán, como de hecho sucedió. Se dijo que confiaban en que la declaración de carga, pasajeros y mercancía general, sería suficiente para evitar ser considerado un objetivo bélico. La verdad era otra bien distinta: El Lusitania llevaba armamento en una operación de contrabando tan peligrosa como prohibida. Pese a ello, solamente se le dio protección por un navío de guerra, que no disponía de defensa contra submarinos y que abandonó al buque de pasaje, dejándolo a su suerte. La verdadera intención del político inglés era propiciar la entrada de Estados Unidos en la guerra que Inglaterra sostenía contra Alemania. Un cebo de mil doscientas personas que fallecieron en la catástrofe. No se explica de otro modo la gran explosión que se registró en el Lusitania tras el impacto del segundo torpedo, fruto de la carga explosiva que transportaba el barco y no de los efectos del proyectil que lo alcanzó.

El naufragio más significativo de la Primera Guerra Mundial es muchísimo menos popular que el del Titanic, tal vez porque los muertos en la costa de Irlanda eran menos relevantes que los judíos adinerados que ocupaban los camarotes de lujo en la fatídica primera travesía del navío inglés; sin embargo es mucho más triste que su condena a muerte la provocase una intriga política, que pretendía provocar la entrada de Estados Unidos en un conflicto armado. Quien pensase que mil doscientas vidas eran un precio asumible estaba equivocado, pese a la benevolencia con la que fue juzgado por la historia.

Una de las hélices del buque se conserva oxidada y abandonada con sus cuatro palas, en un depósito inglés. Ojalá descansen con la misma paz las almas de sus muertos.

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