La luteína es un caroteno natural que previene las cataratas y la degeneración de la mácula del ojo. Se halla en grandes cantidades en los bastoncillos de la retina y ejerce una acción protectora frente a los múltiples factores agresivos a los que están expuestos los ojos como los rayos ultravioletas, la contaminación ambiental o el estrés. Como la piel, los ojos están en contacto directo con el medio ambiente, lo que incrementa el impacto que los radicales libres tienen sobre ellos. Si carecemos de los nutrientes antioxidantes adecuados pueden aparecer patologías degenerativas que reduzcan la calidad visual.
La luteína actúa como una barrera protectora, reduciendo la cantidad de rayos ultravioletas que entran en el ojo y pueden dañar la retina. El nivel de luteína en el cristalino disminuye con la edad, por ello aumenta el riesgo de lesión ocular.
El color amarillo que presenta la mácula del ojo se debe precisamente a una alta concentración de carotenoides: la luteína y la zeaxantina, un derivado metabólico de la luteína. Estas sustancias actúan como un filtro natural contra los efectos dañinos de la luz y preservan la integridad de la mácula. Estudios clínicos publicados en el Journal of the American Medical Association muestran que existe un descenso de entre un 60 o 70 por ciento en las probabilidades de desarrollar degeneración macular entre aquellas personas que consumen habitualmente dosis elevadas de luteína; a su vez, el riesgo de extracción de cataratas disminuye entre un 20 y un 50 por ciento.
El consumo de luteína no sólo incide en la salud ocular, sino también en otros órganos, especialmente en la piel, el corazón, en los senos y en cérvix femenino. Su acción antioxidante protege la piel de los efectos perjudiciales del sol y del proceso natural de envejecimiento, por lo que se considera un importante factor preventivo del cáncer. Asimismo, la luteína se halla en el HDL (colesterol “bueno”) y parece ser que evita la oxidación del LDL (colesterol “malo”).
Nuestro organismo no produce luteína, así que sólo puede obtenerse a través de la dieta. Además, la penetración de la luteína en el tejido ocular es lenta y, por ello, lo ideal es consumirla en pequeñas cantidades pero de forma habitual. Los alimentos más ricos en esta sustancia son las espinacas, coles, acelgas, calabaza y pimientos rojos. También se puede suplementar la dieta con complementos de luteína, que además incorporan otros nutrientes imprescindibles para evitar problemas oculares (vitamina C y E, mirtilo, citroflavonoides, zinc o niacina). La dosis óptima se sitúa en 6 mg/día, que equivale a un bol de espinacas crudas.