Se suele decir que quien mucho abarca, poco aprieta, pero en el caso del Señor Alpuente (periodista, escritor, cantante, compositor, y con recorrido tanto en radio como en televisión, incluyendo la dirección de un capítulo de una serie) debe de ser la excepción de la regla. Es una persona que ha sabido evolucionar de acuerdo a la época que le ha tocado vivir, cosa que quizás aprendió al mismo tiempo que, en su juventud, tenía que torear a una censura muy estricta. Si alguien me pidiera una definición de Moncho Alpuente, este vecino del mundo lo tiene no claro, sino nítido: un hombre renacentista en pantalones vaqueros, que puede ser confundido con un aprendiz.
Lo importante del Señor Alpuente será por siempre, su manera de decir las cosas, con cercanía y quitándole siempre la aureola de lo culto para dárselo al pueblo. Muchos estarán diciendo en estos momentos que ha muerto un humorista. Pero el Señor Alpuente ha sido más que eso, una especie de filósofo en zapatillas, que ha sabido contar y argumentar su manera de ver la vida, con humor, tanto en verso como en prosa. Prueba son las miles de columnas que habrá escrito en periódicos, hablando de “su” actualidad, y de varios libros entre los que se podría destacar, por nombrar uno, “Hablando francamente”, que es una especie de biografía, con acento netamente satírico, de Franco.
En la música siempre fue ingenioso hasta para ponerle nombre a sus grupos, desde el primero, “Las madres del cordero”, “Desde Santurce a Bilbao blues band”, "Moncho Alpuente y los Kwai" y "The Moncho Alpuente Experience". Su gran éxito, e himno de los conductores de los setenta fue “El hombre del seiscientos”, con su grupo de ese momento “Desde Santurce a Bilbao blues band”.
Descanse en paz el bueno de Moncho Alpuente, todo un renacentista camuflado de hombre corriente.
*FOTO: DE LA RED