Los chicos de Boamistura, con los que colaboramos durante la fase participativa del proyecto dreamhamar en Noruega, nos escribieron hace unos días contándonos lo que para ellos ha sido “una experiencia muy intensa a nivel artístico y personal”. El proyecto, aparte de tener una potencia estética enorme, nos ha parecido interesante por su conexión directa con el tejido urbano y social del sitio en el que se ubica, así como por sus implicaciones más allá de lo puramente artístico, que lo acercan al placemaking.
El proyecto Luz nas Vielas nos recuerda un poco al de Favela Painting por la similaridad de contexto y materiales. Ambos proponen un acercamiento similar: usar un elemento barato y fácil de manipular como la pintura, y aplicarlo sobre el barrio con la ayuda de la comunidad, de modo que la experiencia funcione no sólo por su componente estética sino como reactivador de la vida sociocultural del lugar y de la identificación de sus habitantes con éste. El proyecto de Boamistura, a parte de su estética singular, tiene la particularidad de que trabaja a una escala menor, más accesible para el vecino tanto durante su ejecución (aquí no se ven andamios ni hombres con casco de obra, sólo niños pintando) como después, permitiendo el contacto directo, táctil además de visual, con la obra.
Por otro lado, la pintura saca partido de un efecto de anamorfosis como el utilizado anteriormente por otros artistas, como Felice Varini (es conocida su intervención en Vercorin) o los propios Boamistura con su instalación de interior “El orden es intangible”, lo que le permite conectar aún más con la experiencia de uso del espacio público jugando con el punto de vista, el movimiento y el descubrimiento, e introduciendo esos elementos en la percepción cotidiana de cada callejón intervenido.
Os dejamos el texto con el que ellos mismos presentan la obra:
La favela es un modelo de creación de ciudad basado en la ocupación de las zonas que se consideran ambientalmente frágiles (laderas de colinas o bordes de ríos) por parte de amplios sectores de las clases populares, cuyos bajos ingresos no les permiten acceder a los barrios convencionales. Por tratarse de ocupaciones ilegales, no pagan impuestos y tasas y, por consiguiente, no son beneficiarios de los servicios básicos de una infraestructura urbana: saneamiento, agua, luz, transporte público y equipamientos.
Formalmente entendemos por favela una aglomeración de viviendas de baja calidad que siguen un modelo de “autoconstrucción” y un proceso de creación espontánea. Generando un entramado que va creciendo de forma horizontal y vertical según sus necesidades.
Nuestra intervención se ubica en Vila Brasilândia, una de las favelas que proliferan en la periferia de Sâo Paulo a la sombra de los rascacielos. Un océano de viviendas que se extienden sobrepasando los límites del horizonte.
La estrategia ha sido la de instalarnos en la favela, diseccionarla, olerla, vivirla, quererla. Intentar entender la confluencia de aspectos sociales, económicos y urbanísticos. Y descubrir, como principal valor socio-cultural, la tolerancia, la hospitalidad y la hermandad dentro de la comunidad, independientemente del color de su piel o su creencia religiosa.
Estructuralmente, Brasilândia se desarrolla de forma longitudinal respondiendo a la topografía de los morros en los que se emplaza, asumiendo en este sentido las principales infraestructuras viarias. Aparecen, en segundo orden, elementos de comunicación transversal que facilitan el acceso a las viviendas. Estas grietas se conocen como vecos, en los tramos llanos, y vielas, en los tramos de escaleras, y son los verdaderos articuladores de la vida interna de la comunidad.
Morfológicamente, las vielas y los vecos son callejuelas sinuosas que se contorsionan entre las viviendas y conectan la parte baja con la parte alta del morro. La percepción es la de un conjunto aparentemente desordenado de planos, texturas, materiales, luces, sombras, alturas y escalones.
El proyecto pretende dar respuesta a esta complejidad espacial tan característica. Aplanando la perspectiva desde un punto (anamorfismo) aparecen palabras de fuerza, inspiradoras, que invitan a reflexionar. Enmarcadas en un continuo de color plano, que cubre por igual todos los materiales, democratizándolos. Un instante congelado en el subir o bajar. En el resto del trayecto todo se desordena y de la palabra sólo queda un paisaje de planos abstractos.
La participación e implicación de la comunidad en cada una de las intervenciones ha sido el factor determinante para su realización. Compartiendo, mano a mano, el proceso de transformación de su entorno. Embelleciéndolo. Y, de forma espontánea, modificándose la relación del morador con el espacio público y su propia vivienda. Generando nuevas empatías con el lugar.
A continuación os dejamos algunas fotos más de la obra:
Página de los autores: Boamistura.com
Facebook: facebook.com/BoaMistura