Revista Cultura y Ocio

Luz y taquígrafos – @Netbookk

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

En una ocasión, Antonio Maura declaró: “Yo, para gobernar, no necesito más que luz y taquígrafos”

En el mismo momento que leo esa cita, pegada en una puerta de la pared de enfrente, parpadean las luces del refugio. Las explosiones se suceden arriba y eso afecta al inestable suministro eléctrico de emergencia. El cansancio hace que me piquen los ojos y al fijar la mirada puedo ver caer, a cámara lenta, trocitos de cemento del techo debido al bombardeo. Aquí abajo, gracias a las velas, puedo seguir revisando las actas. Después de tres días sin dormir, creo saber cómo sucedió todo…

Si alguien mirara ahora por encima de mi hombro, vería muchos papeles desordenados encima de la mesa que, llenos de signos extraños, amarillean por el tiempo. La taquigrafía o estenografía es un arte antiguo, un sistema de escritura rápido que permitía transcribir un discurso a la misma velocidad a la que se hablaba. Se solían usar trazos breves, abreviaturas y caracteres especiales que representaban letras, palabras e incluso frases enteras.

Sucede que al escribir en taquigrafía se omitían partes de los textos, de tal forma que un texto recogido por un taquígrafo no podía ser entendido fácilmente por otro que no hubiera escuchado el texto original. Por eso los taquígrafos debían “traducir” enseguida sus textos manuscritos a lenguaje normal. Además, cada taquígrafo tenía una forma muy particular de escribir sus signos, por lo que era casi imposible estandarizar el tamaño y la forma de los mismos lo que los hacía muy difíciles de traducir por alguien que no fuera quien los había escrito.

No tengo claro quien conservó esos papeles, pero después de muchas aventuras, al final llegaron a nuestro cuartel general. Me dijeron que eran las notas del espía, el traidor que, con sus informes había provocado la guerra para su propio beneficio. Un conflicto que desde hacía muchos años dividía a nuestra vieja nación en dos bandos irreconciliables.

Pero una luz de esperanza se había abierto, desde hacía unos meses, nuestros enemigos nos habían hecho llegar señales. Ellos también estaban cansados de esta guerra inútil. Así que como el antiguo Parlamento había quedado dentro de nuestra zona, decidimos ir a las fuentes, investigar allá donde empezó todo.

-Tan sólo hace falta encontrar una figura a la cual culpar – dijo el general -. Alguien que cargue con todo el peso de esta guerra inútil y nos facilite una buena excusa, para acabar con ella.

Así que, como las actas de aquellas sesiones donde los diputados rojos de norte se pelearon con los azules del sur, estaban escritas en taquigrafía, me llamaron a mí para que las revisara en el cuartel general, al último estenógrafo vivo en todo el país.

Y está noche, al acabar de leer las últimas actas, tengo que emitir mi informe. Es urgente terminar con esto cuanto antes pero la realidad, es demasiado dura para poderla aceptar fácilmente. Al menos para mí.

Hacía mucho que no leía notas de taquigrafía y fue algo muy extraño comprobar como, en esas actas del Parlamento, había algo que  me resultaba extrañamente familiar. La forma de los signos, el trazo, el ritmo de la escritura… Tuve que pasar dos días enteros sin dormir para darme cuenta de quién era el autor de esas actas tan importantes, las que relataban como se podía haber parado la guerra  y nunca se pudieron pasar a limpio… Lo que quizá hubiera impedido toda esta barbarie. Y es cruel, pero debo decidir…

Otra explosión sacude las paredes del refugio y hace que una de las velas caiga sobre los papeles, prendiendo rápidamente una pequeña hoguera que afecta a las actas de los últimos días, quemando parte de los documentos y haciéndolos ilegibles. Estoy tan cansado que no he podido reaccionar a tiempo por lo que, cuando he apagado el fuego, muchas palabras antiguas se habían convertido en humo…

Mi abuelo era uno de los taquígrafos del Congreso, el mejor en su profesión, pero murió durante los primeros días de la guerra, como otros muchos. Fue él, quien me enseñó a usar esa escritura y yo aprendí sus giros, trucos y su forma de escribir, por eso había podido leer fácilmente todo lo que sucedió y saber que había sido él, quien había omitido un “no” en la frase que podría haber cambiado el curso de la historia. Menos mal que, ahora con los signos convertidos en cenizas, puedo encontrar un culpable de entre todos los demás muertos que se produjeron en aquellos primeros días de confusión.

Mientras termino el informe, me da por reflexionar en todas las veces que la historia ha sido manipulada por los hombres tan dados a pintarla según les convenga. Afortunadamente siempre se puede encontrar algún mal traductor al que echarle la culpa, pienso mientras firmo al pie de la página que cambiará nuestras vidas…

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