Leí hace poco en un libro una anécdota que me hizo pensar:
Durante la Segunda Guerra Mundial, un piloto abate un avión del ejército contrario. Al piloto del avión en llamas le da tiempo a saltar en paracaídas al mar para salvarse de la explosión. Pongámonos en la situación del que acaba de abatir su avión: ¿qué habría hecho un soldado normal? ¿Dispararlo hasta terminar con él?
Pues lo que hizo fue lo siguiente: el piloto llamó por radio a los equipos de emergencia para que vinieran a recoger al chico que había caído en medio del océano y se quedó allí dando vueltas en su nave sin apenas combustible hasta que fue rescatado y puesto a salvo. Años después los pilotos se encontraron. Imagino cómo fue aquel encuentro, la intensidad palpable entre el salvador y el salvado, toda la humanidad contenida en aquel gesto.
Cosas así me hacen pensar que todavía valen más las personas que las máquinas, el dinero y la política. Y sobre todo me llevan una y otra vez a la idea de que ha de existir un fin mayor en el que todos nosotros seamos piezas de un gran todo común con la capacidad de avanzar, progresar, cambiar el mundo.
Sin embargo mi cabeza está por otros lares estos días. La pregunta que no paro de hacerme es ¿qué se hace con un blog d viaje cuando no se viaja físicamente?¿Qué se puede explicar de lugares a los que no he ido, a los que quizá nunca iré?
Después de unos días de “Cerrado por mudanza”, vuelvo con una intención nueva, y es hacerle espacio también al viaje interior en estas páginas, porque es quizá igual de importante. Empieza una etapa que tiene pinta de que va a ser una absoluta locura, y no quiero dejar de expresar lo que pase por aquí.
Y otra pequeña anécdota más:
Ayer, en mi piso, hablaba con dos chicos daneses. Les contaba que estaba muy feliz, y les preguntaba cómo podían expresar eso en su idioma. Se miraron y me dijeron: “es que la palabra en danés es una realidad metafísica, es inalcanzable”. Me quedé con la boca abierta. Así que, ¿tanto han sublimado la idea de felicidad, como un objetivo casi divino, que sea cual sea su experiencia vital nunca podrán considerarse como personas felices?
La palabra que ellos utilizan es “lykkelig” pero es tan compleja que ni siquiera ellos mismos se ponen de acuerdo en su significado.
Desde entonces llevo preguntándome si en español tenemos algo más allá del concepto de felicidad para expresar satisfacción y plenitud en la vida. ¿Vosotros conocéis alguna?
De momento, me quedo con “lykkelig” y con una súper sonrisa.
¡Bon dia y bona tarda a todos! El cielo de Barcelona está poblado de estrellas últimamente, disfrutadlo