Revista Opinión

M15M, Democracia real, ya, y un viejo inútil.

Publicado el 25 junio 2011 por Romanas
M15M, Democracia real, ya, y un viejo inútil.
Ahora, a las puertas de la muerte, cuando he comenzado ya a cruzar el umbral, descubro que sufro una casi total incapacidad de expresión puesto que el M15M y Democracia real, ya, no dicen sino lo que yo y otros millones veníamos gritando desde hace un montón de años, sí, pero añadiendo al grito algo totalmente nuevo y decisivo, la acción, y mi participación en su lucha ha sido totalmente mal interpretada por todo el mundo, llegándose incluso, creo, a considerarme como enemigo de tales movimientos.
Ha habido quienes me lo han reprochado directamente e incluso me ha dicho que debería de pedir perdón por algunas de las cosas que he escrito respecto a ellos.No creo, sinceramente, que sea procedente.En la medida de mis escasas posibilidades, me cuesta horrores desplazarme, acudí  un par de veces, arrastrando mi carro de la compra con mi insignificante aportación de viandas, a la plaza del Ayuntamiento, en la que estaba aquí, en Cartagena, la acampada de ambos movimientos y tuve la fortuna de conocer a gente increíble, algunos de ellos, con apenas 20 años de edad, que me enseñaron cosas que yo, con 82, ni siquiera había conseguido vislumbrar en orden al comportamiento eficaz en política.Pero también aproveché la ocasión para decirles que, a mi juicio, se estaban equivocando en algunas cosas, todas ésas que he escrito por aquí y que no voy a cometer el error de repetir ahora.Con el paso de unos muy pocos días, comprobé que los errores que yo les achacaba sólo eran una mera cuestión táctica, que, en el fondo, ellos son aún más partidarios que yo de lo que se ha llamado comúnmente “acción directa” y que la han puesto en práctica con una especie de guerra de guerrillas que avalará para siempre a quienes dirigen la estrategia de sus intervenciones que, estoy seguro, se irán perfeccionando sobre la marcha.He de reconocer paladinamente que tenían razón en algo fundamental que yo les reprochaba duramente, aquello de que su posición esencial me recordaba demasiado a mí lo de encender una vela a Dios y otra al Diablo, ellos ni siquiera encienden velas porque no las necesitan, no sé dónde y cómo han aprendido tanto, pero su actuación real es como la de los gases, ocupan realmente el espacio que pueden ocupar, sin forzar nunca hasta el extremo las cosas, de tal modo que va a ser muy difícil que alguien les identifique plenamente con una sola ideología, con un partido concreto, determinado.Esta táctica, tal vez genial, es la que a mí me despistó totalmente. Les va a ser muy difícil a sus potenciales enemigos, la maldita, soez y canallesca prensa de la derecha, o sea, a casi toda ella, y a los partidos de la misma significación atacarles frontalmente con fundamento real puesto que lo que ellos defienden no puede ser atacado por nadie sin caer no ya sólo en el contrasentido como agentes políticos sino también en el ridículo.Para mí, que soy un extremista, que lo he sido siempre, que ahora lo soy mucho más porque me queda ya muy poco tiempo para celebrar la llegada de algunas cosas a mi vida, su ritmo, su tempo, la cadencia de lo que hacen, se me antojan lentos, pero estoy seguro de que no lo son, de que están midiendo muy bien temporalmente todo lo que hacen.En cuanto a la pretendida asepsia que yo les objetaba, he de reconocer que yo como estratega siempre he sido un desastre. La mejor manera de evitar batallas estériles es simplemente la de no provocarlas llamando a las cosas por el nombre más inconveniente.Si lo pensamos bien, hay más probabilidades de conseguir lo que pretendemos si no provocamos a nuestros enemigos innecesariamente, pero ello no significa, ni mucho menos, que nuestro ataque a sus posturas no sólo sea decidido sino terminante.Todo lo que ellos propugnan cumple dos condiciones esenciales: es tan evidente su necesidad de implantación que nadie se ha atrevido, hasta ahora, de entre ellos a discutirlo, y se halla situado a la izquierda del espectro político tan claramente que, como ellos dicen, nadie de entre los que les siguen puede ser tildado de pertenecer a una derecha siquiera teórica.Y, sin embargo, haberlos, haylos, por supuesto que entre estos jóvenes airados que ocuparon y seguirán ocupando las plazas de España, hay gente que es genética y por extracción de derechas, que tienen, a lo peor, una visión conservadora de la vida, pero que no se oponen a los postulados que ambos movimientos esgrimen porque todos ellos son de una necesidad tan elemental que resulta imposible no estar de acuerdo con su exigencia.Veremos cuanto tiempo dura esta extraña alianza.

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