Revista Cine
Director: Justin Kurzel
Se acerca el fin de enero y, en consecuencia, el fin de esta apretujada retrospectiva 2015, que adelanto no podrá cubrir todas las películas que tenía en mente, pues hay planes más importantes para la primera mitad de febrero. Hoy hablaremos de dos películas que tratan sobre personas consumidas y atormentadas por sus propias pasiones, personas que caen en una espiral de locura y violencia sin sentido, personas maniatadas y atrapadas por un destino inclemente y de fuerza sobrenatural, a fin de cuentas, personas que viven en un campo de batalla perpetuo. "Macbeth" ya ha sido adaptada al cine con anterioridad, y por desgracia, no he visto ninguna de dichas versiones; ni la de Orson Welles, ni la de Akira Kurosawa, ni la de Roman Polanski (tarea para la casa: ver las mentadas versiones). En cualquier caso, la segunda película de Justin Kurzel es una propuesta que se defiende por sí sola, con fiereza e inteligencia; a mí me parece una poderosa adaptación de la obra de Shakespeare, una fantástica película.
Vamos, ya saben de qué trata Macbeth: traición y ambición, enemigos invisibles que harán a Macbeth lo que otros no pudieron: vencerlo.
Nunca tuve dudas sobre esta película, pero sí reflexionaba recurrentemente en torno a su ejecución formal, que como verán en su imponente tráiler, es poderosamente única y rica en ornamentos. Pero, ¿era una coherente manifestación de sensibilidad estética y una herramienta narrativa que potenciara las cualidades expresivas del relato, o más bien era mucho ruido y pocas nueces, un vacuo ejercicio de virtuosismo técnico al estilo Lubezki-Iñárritu que más que coherencia interna busca la complicidad fácil del espectador más impresionable? En el peor de los casos me decía que la respuesta sería un término medio, pero una vez vista, la espectacular labor de Justin Kurzel es sencillamente impecable y elocuente, por lo demás, su propuesta no ofrece concesión alguna: es una materialidad densa, exigente, un duro despliegue discursivo hecho imagen. La puesta en escena, cruda y explícita, expresa con tremebunda fuerza la tragedia de Macbeth y sus más importantes y aterradoras características, tales como la crueldad con que la sed de poder somete al hombre y la posterior locura que violentamente invade un espíritu atormentado por el arrepentimiento y su propia humanidad fracturada. La imagen poco a poco consume y desnuda el alma de sus protagonistas, lentamente se tiñe de desesperación; las fantasmales visiones entremezclan realidad y alucinación, conforman un estado en trance que le es mucho más apropiado a ésta que a "Knight of Cups" o "The revenant", pues la imagen misma es la viva experiencia de sus personajes.
El guión, bastante fiel a la obra de Shakespeare (por lo que recuerdo, claro), expone con brutal e inmisericorde precisión, como era de esperar, el trágico conflicto de Macbeth, que es también el conflicto de todo ser humano: el enfrentamiento de las propias pasiones y la lucha entre el pasado que cargamos en la espalda y el futuro que nos ciega y manipula, el destino le llaman, una fuerza de la que es virtualmente imposible escapar. Marion Cotillard lleva a cabo una tenebrosa interpretación de Lady Macbeth, una personificación que pone los pelos de punta por lo venenoso y frío de su personaje, cuyas palabras se muestran como mortales dagas que se dejan caer como gotas de lluvia; por su parte, lo de Michael Fassbender (que fue nominado al Oscar por su interpretación en "Steve Jobs") es de otro planeta, y es que este actor está dotado de una fuerza visceral, y su brillante retrato de Macbeth es fiel muestra de ello: me han encantado y cautivado las escenas en que la locura parece estar más a flor de piel, cuando la culpa es tanta que la misma comienza a resquebrajar y rebalsar la débil coraza del protagonista. A propósito, aprovecho de contar una anécdota: en el colegio, cuando leía "Hamlet", yo de verdad creí que Hamlet había perdido la cabeza y me hacía mucha gracia el que el tipo caminara por los pasillos del castillo hablando solo y haciendo tareas imaginarias; me sorprendí un montón cuando supe que en realidad estaba fingiendo su locura, más aún porque fue gracias a una prueba en la que no tuve muy buena nota debido a mi mente poco avispada. Lo importante es que, de situaciones que podrían caer en el sonrojo en manos equivocadas, Shakespeare y ahora Kurzel extraen lo más terrible y perturbador del ser humano sin caer en el agotamiento y la frivolidad.
Justin Kurzel volverá a trabajar con Fassbender y Cotillard en una adaptación de la saga de videojuegos Assassin's Creed, y ésa será la prueba de fuego para Kurzel, al menos bajo mi punto de vista, pues en ella demostrará si lo hecho en "Macbeth" fue, en efecto, una propuesta coherente con la propia expresividad de la historia original, o lo que yo temo, un vil ejercicio autocomplaciente. Si la futura "Assassin's Creed" luce igual que "Macbeth" y el dueto actoral ofrece la misma performance, pues entonces los miedos se confirmarán. En cualquier caso, lo dudo bastante, pues como ya he dicho, la presente "Macbeth" es una genial e inteligente adaptación del clásico de Shakespeare. Déjense arrastrar por esta tortuosa espiral de pasiones humanas.