En un lenguaje calificado por muchos como de excesivo optimismo, el señor José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, afirmó que: “los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) se fortalecen, y arribarán a su aniversario 55 con importantes logros y perspectivas”. Lo anterior fue expresado durante el IV Pleno de esa organización, según dio a conocer el periódico oficialista Juventud Rebelde.
No obstante, fue inevitable que el número dos de la nomenclatura raulista pusiera los pies sobre la tierra y reconociera las deficiencias que lastran el trabajo de los CDR. En primer término se aprecia que la labor de vigilancia de los Comités— es decir, la delación de aquellas personas que puedan oponerse o actuar contra el gobierno— no satisface plenamente a la cúpula del poder. No hay que olvidar que esa fue la tarea que les asignó Fidel Castro a los CDR cuando los fundó el 28 de septiembre de 1960.
En ese sentido Machadito instó a “afianzar el sistema informativo y de denuncias para la prevención y enfrentamiento a las ilegalidades, delitos e indisciplinas sociales”. Por supuesto, en el acápite de los delitos, junto a los comunes, entrarían los clasificados como “contrarios a la seguridad del Estado”.
En otra parte de su intervención, y como parte de su solicitud para perfeccionar el funcionamiento de los CDR, Machado Ventura abogó por “brindar información oportuna a los cederistas y mantener un contacto directo con ellos”.
Ante semejante planteamiento no queda más que preguntarnos: ¿acaso constituye un tácito reconocimiento de lo mal informada que está la sociedad cubana? Es probable, pues no sería la primera vez que los propios dirigentes castristas critican la labor de los medios de difusión oficialistas. Desde luego, sin admitir que la causa fundamental del vacío informativo es el férreo control que sobre esos medios ejerce el Departamento Ideológico del Partido Comunista.
Pero también habría que considerar el deseo de los gobernantes por crear un cuerpo élite de cederistas— de los pocos que van quedando que creen en la revolución fidelista— que, junto a las brigadas de respuesta rápida y los combatientes de la revolución cubana, estén listos para enfrentarse a cualquier protesta popular.
El IV Pleno de los CDR reservó espacio en sus discusiones para dos temas esenciales de la organización: el trabajo con los jóvenes y la política de cuadros. Acerca del primer asunto, existe preocupación en la jerarquía cederista por el envejecimiento de las personas que dirigen la organización a nivel de cuadra y barrios. En consecuencia, se devanean los sesos pensando en qué hacer para atraer a los jóvenes.
En lo referido a la política de cuadros se hizo énfasis en la atención a los Coordinadores de Zona, el eslabón que vincula a la base con las instancias municipales, en las que ya actúan los cuadros profesionales. En muchos lugares, y como muestra del decaimiento de esta organización, las Zonas de los CDR apenas funcionan, han perdido sus locales, y sus Coordinadores despachan los asuntos en sus propios hogares.
Así lo atestigua una cederista del Comité de Zona no.1 del municipio Cerro: “Aquí no se sabe ni quién es el Coordinador de Zona. El Ministerio del Comercio Interior le quitó el local a los CDR, y puso una bodega para distribuir los mandados que dan por la libreta de racionamiento. Es verdad que dan pocos mandados, pero es innegable que la bodega tiene más utilidad que los CDR, que ya huelen a difuntos”.