Esta imagen, utilizada en la cuenta de Twiter del Instituto Armado en fechas recientes, resultó ser un “fake” (broma, falsedad) que no tardó en levantar las iras de los internautas, señalando que no existe una violencia “hembrista” y calificando de vergonzosa la campaña. La Guardia Civil, a través del mismo medio, no tardó en pedir disculpas a los exaltados internautas.
Vivimos en un país en el que pese a ser considerados todos iguales ante la ley, la calificación penal de abofetear a una persona se modifica según el sexo: Si el agresor es un hombre, se califica como delito y como falta si quien la lleva a cabo es una mujer. La denuncia de una señora termina casi necesariamente, con los huesos de su pareja, marido o lo que sea, en el calabozo hasta que encuentre a un abogado y se le tome declaración por parte del Juez correspondiente; la presión, piscológica las más de las veces, con la que muchas féminas atormentan a sus cónyuges solo excepcionalmente tienen reflejo legal.
No quiero desde este espacio, defender la violencia de ninguna clase, apoyo sin fisuras la tolerancia cero al maltratador, pero no puedo dejar de creer que muchos varones están maltratados, no solo físicamente, por sus parejas y da la sensación de que no se puede reivindicar el daño infligido a los hombres sin ser considerado un machista o un maltratador.
Personalmente la imagen no me parece ofensiva. El término utilizado, maltratar, no solo comprende los daños físicos y no se debe hacer con nadie, hombre o mujer. La discriminación positiva no existe, es una combinación paradójica de vocablos con poco sentido; no se puede discriminar a nadie y en este asunto, los últimos años, parece existir una persecución políticamente sancionada, contra los varones de la especie. Rivindiquemos desde aquí, tener, al menos, los mismos derechos que las mmujeres.