Lo más interesante de la receta Podemos es que consiste, de momento, en algo tan simple como revolver bien la “olla”. La olla de los ciudadanos, hartos ya del menú “austero” e intragable que nos obliga a comer a diario, sí o sí, el chef Mariano bajo la supervisión de la Madame de las salchichas. Y la olla de los politicazos (con la “black” hasta les ahorran la cultura del esfuerzo, la de poner el cazo), mucho más sustanciosa e insolidaria, hecha con ingredientes de calidad suprema, solo que a estos no les gusta que se la revuelva ni cristo, y menos si tiene pinta de mesías. La cuestión es que el cada vez más pueblo llano y allanado se ha cansado de pagar los dos menús, el suyo y el banquete de los banqueros, del que no dejan ni un eructo; tiene claro que en esta olla falta siempre el ingrediente sensibilidad, tan imprescindible en la cocina universal.
En época de bonanza las ilusiones son muy fértiles, las hay que nacen y mueren el mismo día. Una puede ser sustituida por otra con resultados parecidos, por eso no hay que obsesionarse con ninguna, solo es cuestión de materializarla, normalmente a plazos (incómodos plazos) para satisfacción de la banca que nunca avisó de que una ilusión concreta estaba por encima de nuestras posibilidades, todas valían, porque de eso vivía la banca alemana, francesa, etc. que metía la pasta en la española para que fuéramos felices antes de descubrir que la felicidad también tiene hipotecas. Hoy, en época de crisis, inmersos en un horizonte de penuria y tristeza, le damos mucha caña a la ilusión a pesar de lo que escasea, le exigimos más que antaño, no le pasamos ni una; de decepciones vamos sobrados. Es como si quisiéramos tener garantías de que esta vez echa raíces y nos hace creer que aún es posible verla florecer, que vale la pena cuidarla.
Me gusta el aroma que Podemos aporta a nuestra “olla podrida” (sin ofender a este excelente plato de la cocina castellana) pero no quiero empacharme antes de tiempo. Serán cosas mías y de la gente que me rodea, pero el tándem Iglesias – Monedero nos empieza a recordar a otro dúo dinámico, este de los ochenta: el de Felipe González y Alfonso Guerra, con las lógicas diferencias. Hasta el escenario escogido por el líder de Podemos para la puesta de largo – El Palacio Vistalegre – era el santuario de cantidad de mítines del PSOE. El mismo Pablo Iglesias habló en la campaña de las europeas de las similitudes entre la ilusión que despertaba su nuevo partido y la de los españoles que votaron masivamente al PSOE hace 32 años.
Comparaciones las hay a montones, la clave ahora para todos los periodistas es saber si son de izquierdas, de derechas o mediopensionistas, la misma machaconería que con Iker Casillas y el dilema de la portería, como si hubiera un premio para el que acierte; les encanta poner etiquetas porque no saben hacer una crítica partiendo de todos los elementos que tienen ante su vista y oídos, luego decimos que los políticos son vagos. Necesitan escuchar “es que no ves que soy de izquierdas, o facha, o de centro, como todos”. Y claro, Podemos erre que erre con que son de abajo, que no es mal lugar desde el que arrancar (lo que sea)
Nunca una formación política joven, pipiola, imberbe y con coleta tuvo un avance y una proyección tan grande como ésta. Conviene recordar que las ideas de un partido histórico como el de la rosa fueron tan revolucionarias en los setenta como pueden resultar ahora las de Podemos y llegaron a la cumbre y hasta la puerta giratoria, sin renunciar a una tarjeta opaca. Hablaban entonces de una república federal y hasta de autodeterminación pero como la rosa de ayer es el azafrán de estos días muchos desmemoriados en el PSOE desprecian propuestas de Podemos por quiméricas o irrealizables, o porque peligra su olla.
Pablo Iglesias dijo este fin de semana que él no es un “macho alfa”. Dijo, creo, lo contrario de lo que piensa (yo tampoco lo puedo demostrar), porque, sinceramente ¿alguien ve un macho más alfa que él en este erial patrio plagado de políticos sumisos? Si hasta el PP prohibió a sus representantes acudir a los debates de SEXTA si tenían enfrente a este macho. Este animal político sabe marcar el territorio, sobre todo el suyo. Es el Obama blanco, el excelente orador, ahora faltan los “detalles”, justo en eso la cagó el “yes we can”. Dejó claro que su propuesta de un secretario general (“uno mejor que tres”) debía prevalecer a la del “subgrupo” del eurodiputado Pablo Echenique (una dirección colegiada). Lo argumentó con contundencia: una dirección colegiada hará imposible el triunfo electoral. Un poco de miedo, la madre del cordero, no hemos llegado hasta aquí para perder. “Amenazó” con retirarse a la militancia si no se imponía su tesis. O yo o el caos. “No es una amenaza” sino “un ejercicio de coherencia” (que no le falte nunca)
Podemos es la criatura de este macho, son uno e indivisible, si no hubiese inventado este partido no hubiese habido ninguna discrepancia ahora, ningún debate, ninguna ilusión, pero la contradicción es crear una formación de “estructura abierta, viva y cambiante” que esté abierta a sus dogmas, viva mientras siga él y cambiante a su criterio. Comprendo que “aquel que pierde una propuesta no puede gestionar una idea que no comparte”. No sé durante cuánto tiempo podrá convencer. No dudo de su sinceridad en una retirada sin rencores, tampoco dudo que Pablo piensa que sin él no “Podemos” y traslada hábilmente esa duda a la asamblea. No estamos para dejar escapar aire fresco en un ambiente pútrido. Uno de sus mantras es “con que solo se hubiese cumplido la ley en este país ya hubiésemos avanzado mucho”, mi favorito, es posible que ya no hubiese sido necesario un partido como el suyo.
Si, soy un poco pijotero con las ilusiones, un toca escrotos, como a todo en la vida le busco detalles sin importancia que son lucecitas de alarma, como el vigía que afina la vista para ver lo que viene de lejos. Como reproche a su incipiente prepotencia le digo que no vuelva a presentarse Podemos a un acto de conciliación con Esperanza Aguirre sin llevar justamente un “Poder”, el colmo, sabiendo, además, como “resta” esa hembra alfa, figurando como “no comparecido” cuando compareció, volviendo a plantear una demanda contra ella como si le sobrara la pasta (que es un crowdfunding, un préstamo a la fe que le tienen). Le pido a Pablo que no llegue una hora tarde a la asamblea, máxime cuando su eurodiputado Pablo Echenique, no menos respetable, estaba allí puntual, en su silla de ruedas, bastante más solo que él. Le pido que no le saquen más fotos manejando el móvil mientras conduce. Que no mande callar a sus militantes cuando piensa que puede ser y es uno de ellos y que se pone a sus órdenes (entiendo que no busca aplausos como sus colegas de la casta), ninguno de los militantes presentes le mandaría callar a él. Son pecados veniales, los que primero se perdonan. Ya lo he hecho. Pero que no haga uno mortal con la suma de mil veniales. A esta formación se le exige y aprieta como si llevara gobernado desde el 78 y dilapidando desde siempre. El mayor valor que tiene es que todavía no ha robado en una España de saqueadores, aun lo acabarán llamando gilipollas por eso.
También es cierto que si escribo lo que escribo sobre estos chicos es porque nos enseñan todo, a sus reuniones acude el que quiera, con cámara o sin cámara, en otros partidos plasma (anti transparentes y anti transpirables) se dan codazos y navajazos, se declaran su odio pero en la prensa salen con la sonrisa dental de demócratas sin caries. Me gustan las otras formas, a ver si con ellas puedo echar algún día un cacho chorizo y morcilla a mi fabada viuda.
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