Revista Cine

Machotaildrop

Publicado el 20 abril 2011 por Bill Jimenez @billjimenez

Aunque la tilden de extravagante y surreal, Machotaildrop, la película dirigida por los canadienses Corey Adams y Alex Craig, tiene más de ejercicio rupturista que de película experimental. Ruptura para su potencial público, que no real, pues tanto los skaters a los que va dirigida como el cinéfilo medio pueden sentirse satisfechos con el resultado.

Machotaildrop

Hasta el momento, las producciones vinculadas con este deporte han pecado de una narrativa anclada en el documental y una evidente y necesaria comercialidad. Por eso sorprende que en el film encontremos un argumento que, pese a vivir de estereotipos y situaciones manidas, demuestra solidez a la hora de implantar una sutil y mordaz crítica a la industria del monopatín, representada en este caso por la compañía Machotaildrop y su creador, llamado El Barón, un entusiasta personaje capaz de convertir a los aspirantes a profesional en auténticas estrellas mediáticas. Y como buen viaje iniciático, el espectador acompañará a Walter Rhum, el joven protagonista, por un universo que, pese a su proximidad inicial, rápidamente se adentrará en las narrativas del cuento, con una galería de personajes que recuerdan al clásico de Roal Dahl Charlie y la fábrica de chocolate o al alocado país de las maravillas de Alicia. Y aquí es donde entra en juego la estética del film, una atmósfera bucólica y palaciega que evoca a la corte de Louis XIV, alejándose de la automática asociación urbana que rodea a este deporte. Los anacronismos suponen el disfraz al que recurre la ironía para pasearse a sus anchas por la producción, denunciando el denostado rol del profesional en beneficio de la marca, la misma que crea héroes y luego los abandona a su suerte cuando ya no le son necesarios, que se aprovecha de la vanidad para generar competencia, y que parasita la estética del pueblo llano para luego revenderla al doble de su precio original.

Todos estos temas imperecederos hacen de Machotaildrop una dulce fábula para los aficionados al patín, un cuento en el que cada plano ha supuesto un esfuerzo estético y un conjunto que podrá disfrutarse en nuestro país dentro de la programación del próximo Festival Internacional de Cinema de Tarragona. Así, el público podrá juzgar si es tan extravagante y surreal como la venden o si, como muchas otras fantasías, esconde más veracidad de lo que aparenta.


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