Aviso importante:
El siguiente artículo no es apto para personas impresionables, conservadoras y/o familiares de los fallecidos durante el rodaje del juego del que hablaremos.
Si usted se considera lo suficientemente perturbado y morboso, como para afrontarlo, queda bajo su total y cuestionable responsabilidad continuar leyendo.
Ludopharmacos no se hace responsable por los daños que puedan llegar a ocasionar las siguientes imágenes, videos y palabras.
Los años 80 han dejado, además de varias narices partidas y enfermos de sida, una enorme bitácora de contenidos del género horror y goré barato: poseídos, muertos vivientes, caníbales y Michael Jackson; todos ellos han sabido ganarse un lugar en el inconsciente colectivo del planeta todo.
La mayoría de los éxitos han salido del oscuro cerebro de nuestro amigo Srephen King, pero hubo también otros escritores y cineastas que han dejado su huella.
Además de existir en el cine y la literatura, el género terror, como era de esperarse, también tuvo sus primeras incursiones en los video juegos y, aunque no vamos a realizar una investigación -al menos no en el corto plazo- hoy vamos a hablar de un jueguito un tanto desconocido por nuestras tierras, pero que cuando lo conozcan va a ser muy difícil que lo olviden.
MAD DOCTOR
En 1985, Creative Sparks, alter ego de la empresa Thorn-Emi Computer Software, desarrolla, para commodore 64. este jueguito que cambiará, para quienes no lo conocían, la idea que tenían acerca de los video juegos violentos, macabros y trastornados.
El juego es un tanto corto y consiste en ayudar al doctor Franz Johann Blockenspiel a construir un monstruo con diferentes partes de cuerpos fallecidos y demostrar su genialidad dándole vida.
Para esto podremos desenterrar fiambres o matar aldeanos inocentes. Una vez que logramos hacernos con un cadáver tendremos que llevarlo al laboratorio para analizarlo y ver qué parte está en condiciones de ser utilizada en el proyecto.
Lo más seguro es que de cada cuerpo nos sirva sólo una parte. El resto habrá que descartarlo y volver a realizar el proceso hasta completar nuestra labor en pos de la ciencia.
Residiendo desde siempre en la tan apacible aldea de Strudelburg, Franz, ha intentado en varias ocasiones darle vida a un híbrido ensamblado con diferentes miembros de los vecinos poco inteligentes pero encabronados con el Doctor a quien intentarán linchar sin descanso.
Esto hace que la tarea se complique un poco y haya que escabullirse por pasadizos secretos en las catacumbas del pueblo, para desembocar en los seis diferentes puntos neurálgicos en los cuales se podría llegar a encontrar la materia prima: La morgue del hospital, el cementerio y la plaza principal; en la que seguramente encontraremos algún infractor ahorcado y podremos hacernos con su cuerpo. Si fracasamos en nuestra tarea, lo más probable es que nuestro personaje termine en dicha horca.
Con una disposición isonométrica, utilizada en varios títulos de la época y sin más melodías que los pasos del doctor, en muy poco tiempo comprenderemos el panel inferior que se encargará de informarnos todo lo necesario para completar la aventura.
Si nos dirigimos hacia abajo de todo en la habitación principal de la casa de Franz (la misma que está decorada con un cuadro de su padre que pestañea y además, se llama Victor, supuesta alusión al doctor Victor Frankestein) entraremos en la pantalla del mapa, en el que veremos los seis escenarios del barrio que tendremos que ir transitando para robar los cuerpos. Si tenemos la posibilidad de encontrarnos a alguien solo, podremos intentar matarlo a golpes, de esta manera sabremos que es un fresco, jugoso y provechoso cadáver al que velozmente llevaremos a cuestas hasta el laboratorio y mutilaremos, pedazo a pedazo, el mismo tiempo en que analizamos su estado y compatibilidad con las otras partes antes adquiridas.
Así como el Doctor roba cuerpos, nosotros robamos un longplay dividido en dos partes:
Es curioso que el título no haya sido prohibido y repudiado por las madres de los jugadores, quienes, por lo que pudimos averiguar, hasta el momento de jugarlo no estaban muy al tanto de lo que iban a presenciar y se llevaron una gran sorpresa cuando tuvieron que mutilar al primer cuerpo valiéndose de las teclas de su amada Commodore 64.
Lejos de eso, es para muchos el mejor juego de la c64 y además, el más enfermo de todos los video juegos. Aunque tengo mis dudas con respecto a eso, lo cierto es que no recuerdo otro en el que mutilemos con fines científicos. Claro está que existen juegos violentos y perturbadores, como el Splatterhouse, el MadHunt y tantos otros.
Una vez que tengamos todas las partes de nuestro monstruo ensambladas, tendremos que llevarlo hacia Stonehenge, sitio muy similar al prehistórico Stonehenge ubicado en Wiltshire provincia de la vieja Inglaterra.
Ahí dejaremos el cuerpo e invocaremos a un coso que llamará a una nube. La misma se posará sobre él y le descargará un rayo y, así es como nuestro monstruo cobrará vida.
Lo primero que tendremos que hacer con él será drogarlo, de lo contrario nos atacará hasta matarnos: es un engendro sin conciencia, pero comprende, al igual que nosotros, que la vida es una porquería.
Ya sedado, podremos hacer que nos siga hasta nuestro siguiente y último objetivo: la presentación pública en el ayuntamiento.
Los vecinos no estarán muy contentos al vernos caminar con el sujeto que es producto de las muertes, profanaciones y mutilaciones de sus amigos y familiares. Por eso tendremos que andar con cuidado y sin detenernos hasta llegar a nuestro destino que se encuentra a la izquierda de la querida horca.
Con el monstruo en el escenario podremos iniciar la presentación y, si todo está bien, ganar el juego.
Así sucedió en la segunda y última parte del Longplay:
En octubre del 85, cuando el juego era aún novedad, le dedicaron un espacio en la revista más conocida relacionada a la C64, la Zzap!64.
Fue en el número 6, en la página 119 y lo calificaron de forma un tanto negativa, dándole un injusto puntaje de 40%.
Intentamos dar con el paradero y la historia del creador, James Allen, pero no tuvimos éxito.
Averiguamos un poco sobre la empresa que, como decíamos al principio, se llama Creative Sparks, pero el nombre real era Thorn Emi Computer Software.
Por algún motivo utilizaban no utilizaban su verdadero nombre como principal y pegaban un logo bastante feo de su nombre cubierto de un fogonazo con chispas (sparks).
Aparentemente el sello con chispas se lo ponían a las re-ediciones de precio económico.
El casete venía con un corto manual en el interior de la tapa, el mismo lo dejaremos a su disposición en la escueta y olvidada sección de Manuales.
Por el momento creo que es todo.
Hasta luego,
Eugenio.