Seguramente llevéis oyendo desde hace unas semanas que Fury Road es la polla con cebolla entre otras muchas alabanzas. Joder, ya los magistrales trailers nos hacían ponerla por las nubes sin haberla visto. Pero el caso es que los días previos al estreno me puse con la trilogía original protagonizada por Mel "ya no cae bien" Gibson, y bueno. Pues como que no me parece gran cosa. Hay ideas excelentes y estaba claro que Miller (el de la secuela de 'Babe, el cerdito valiente', no olvidemos nunca este divertido detalle) tiene mucho gusto a nivel visual, pero en general... psé. Nada acaba de cuajar. Pero en fin, qué sabré yo, si la más maja, con diferencia, me parece 'Más allá de la Cúpula del Trueno'. El caso es que mis expectativas con esta 4ª entrega/semi-reboot, a la hora de la verdad, no estaban muy altas. Pero el título de la entrada deja claro que voy a ser poco original, porque Fury Road me ha encantado. Es un espectáculo como pocos se ven últimamente, y un soberbio film de acción pura que deja claro de lo que es capaz el género como no sucedía desde, por lo menos, 10 años. Y esto lo sé porque he visto todas y cada una de las películas estrenadas en ese periodo, claro está. Bromas a parte, 'Furia en la carretera' es intensa, salvaje, trepidante, desquiciante, hermosa, emocionante en más de un sentido y ÉPICA. Épica de verdad. Si no sois
Llegados a este punto va a ser difícil deciros algo más. ¿Cómo comentar algo tan puramente audiovisual? Supongo que lo mejor para empezar es destacar que es exactamente como los trailers, especialmente el último que puse en el blog. Todo el rato. La peli empieza a saco con un prólogo chiflado en el que ya te meten planos histéricos, coches chocando, hostias, saltos y huidas. Y de ahí, hacia arriba. Al contrario que la mayoría de blockbusters actuales, la cinta no diferencia entre "desarrollo de la historia" y "escenas de acción que con suerte encajarán", porque la acción ES el desarrollo de la historia, de hecho no creo que las escenas "tranquilas" ocupen más de media hora del metraje total (y están donde deben). Cada setpiece nace de la anterior, y cada una transmite una emoción distinta, reflejando la situación y el estado de los personajes. Desde la ruidosa locura del principio hasta la épica del final. Un viaje emocional perfectamente estructurado que se mantiene siempre fiel a una idea: si te paras, te mueres. Una persecución constante que es en realidad una angustiosa y violenta lucha por la supervivencia, la libertad, la dignidad, la esperanza y la redención. Es, en definitiva, una odisea. Nada más venir de verla dije en Twitter que esta era la nueva 'Terminator 2'. No con la intención de equipararlas (ponerla a la altura de esa y otras joyas del género días después de su estreno es una locura) sino para intentar explicar lo que se siente. La amenaza incansable, el objetivo por el que vale la pena luchar, la adrenalina, el sentimiento de "estoy con vosotros hasta el final" que nos genera. Sí, en ese plan.
Porque es que la acción en sí es de lo mejor que he visto en ese terreno en mi puta vida. De nuevo, muy difícil de explicar, hay que vivirlo. La planificación de Miller y el montaje son tan perfectos que las persecuciones, los tiros y los golpes forman una coreografía exquisita. La acción puede ser arte. Todo está calculado al milímetro, y el ritmo está tan bien medido que a pesar de un torrente de imágenes tan feroz que parece imposible de asimilar, sabes exactamente qué, cómo y dónde está ocurriendo todo. Por otro lado, la imaginación que impregna cada fotograma y el uso de efectos físicos y de especialistas por encima de un restringido y ocasional CGI, crean algo más cercano a un impresionante espectáculo circense que a un blockbuster al uso. Sumemos a eso una fotografía y una dirección artística abrumadoras que dejan tanto imágenes de pesadilla como planos de pura grandiosidad, y añadamos también una apoteósica banda sonora que junto con lo anterior crean momentos de puro cine. Y lo mejor es que los personajes se definen gracias a este despliegue.
El asunto de los personajes quizá sea la gran pega de la trilogía original, pero aquí Miller lo corrige por completo. Primero hay que hablar de Imperator Furiosa, claro, porque es su historia. Todo el peso emocional recae en el papelazo de una Charlize Theron que lo da todo con cada mirada. Si la película nos llega es en gran parte por ella, una mujer que se dejará la piel por reencontrarse con su hogar y con su raíces, con su verdadera identidad. Será a través de un acto heroico: si logra salvar a las "reproductoras" del monstruo para el que lleva trabajando a la fuerza demasiado tiempo, Inmortan Joe, podrá salvarse a sí misma en un sentido espiritual. Un personaje precioso, potentísimo, desde ya uno de los iconos del año. Y como digo, carga con el alma de la cinta, un rol poco habitual en las
mujeres de este tipo de cine (Ripley, Sarah Connor, y pare usted de contar). Y ojo, que la cinta es abiertamente feminista más allá de eso, no porque meta a la fuerza mensajitos del tipo "¡ey! Las chicas también... podemos hacer... ¡cosas!", algo muy poco efectivo si me preguntáis, sino porque la mayoría de personajes son mujeres y esta es su lucha. Y luchan. No hace falta más. Si es que hasta el harén de Inmortan Joe, las supuestas damiselas en apuros, tienen voz, voto y momentazos. De hecho, la encarnada por Rosie Huntington-Whiteley (sí, la supermodelo, la de Transformers 3) tiene una de mis escenas favoritas. Pero lo mejor es que los malos no son LOS HOMBRES, así en general, porque los verdaderos hombres del film son héroes. Nux tiene el papel más tierno de la función y no deja de crecer en todo el metraje. Y Max...
...eso, ¿qué pasa con Max? El comentario general es que es más secundario que protagonista. Y tengo un par de cosas que decir al respecto. Para empezar, él NUNCA ha sido el verdadero protagonista de la saga, solo el personaje al que seguimos. Pero nunca es su historia. "Max se topa con un grupo en una situación difícil, y aunque al principio pasa, al final les ayuda. Después sigue su camino". Esa es la fórmula, y esta no es una excepción. Si acaso, creo que aquí se ha hecho mejor que nunca. Su viaje, consistente en empezar, literalmente, como un animal enjaulado e ir recuperando su humanidad en todos los sentidos, está perfectamente plasmado. Y esta vez sentimos ese clásico cambio de parecer en nuestras carnes. Nos involucramos con la peli mientras él se va involucrando, porque asume nuestra posición dentro del film. Claro que habla poco. Claro que solo nos dan brevísimos vistazos a su interior. Es Link en la saga Zelda, el avatar del espectador. Un misterioso y frío hombre de acción que transmite su evolución, la nuestra, con gestos y miradas. Su relación con Furiosa se construye así y es perfecta. Confianza y compañerismo puros. Un sublime y sobrio dúo en medio del caos. Ella aporta la sustancia, la emoción, y él nos hace absorber eso. Además, no puede molar más en las setpieces, hasta en aquellas que no vemos ("no es su sangre"), por lo que al final de la peli ansiamos seguirle en una nueva aventura. Vamos, que estoy plenamente satisfecho con su papel. Y Tom Hardy demuestra que también te puede hacer un héroe molón con la gorra. Este tío vale para todo.
No hay mucho más que decir con palabras, solo puedo insistir en la brutal experiencia que es. Quiero decir, al escribir sobre ella necesito separar un poco sus elementos, pero con ello le quito su fuerza. Porque la película te lo da todo a la vez. La asombrosa acción se nutre de los personajes, los personajes se desarrollan con la acción, las emociones y las ideas nos llegan por la excelencia visual, que a su vez realza la acción, que no sería lo mismo sin la música... es un todo. Quizá esa es su única pega. Te arrolla de tal manera que cuesta recordar cosas concretas. Lo único que sabes es que has flipado y que no puedes esperar a verla de nuevo, pero eso puede ser síntoma de que no va a dejar la huella que creíamos. O de que vamos a ver esta peli sin parar hasta memorizar cada plano. Apuesto por lo segundo.