Estamos acostumbrados a entrar en los antiguos código 100, y encontrarnos con vendedores chinos. Pero no sólo los dueños vienen de china sino que todo lo que hay dentro también viene de allí. Y todo ello es normal, por la consabida Ley de la Oferta y la demanda, que casi nadie sabe como funciona, pero que todo el mundo conoce.
En una de estas famosas tiendas me encontré con un producto, con el que primero vino la risa, luego la preocupación, para después ser ocupado por la rabia. Ellos en su desconocimiento de cómo se llamaba el producto, una aguja de ganchillo, lo digo para que lo vayan aprendiendo, lo habían traducido a su manera; una manera un tanto peculiar, cabe decir: "Palillo para cosel". Y después quieren que no nos riamos de ellos. Lo listos que son estos chinos para algunas cosas y lo ignorantes para otras. Con esto, lo que quiero conseguir, es hacer una defensa del castellano y de una correcta utilización de la gramática. Si desean vender sus productos aquí al menos que se preocupen de no cometer faltas de ortografía, ¡por Diossssssss!