Como otras tantas películas de género latinoamericanas disponibles en el catálogo de Netflix, Madre no me llamaba especialmente la atención. Mi desconocimiento del cine chileno es absoluto, pero la curiosidad me asaltó cuando leí un par de opiniones sobre esta producción que no la dejaban mal del todo. «Madre» nos adentra en la existencia de Diana, una mujer embarazada que tiene que lidiar con Martín, su primer hijo que padece de un severo autismo. La rutina diaria es un auténtico infierno que, poco a poco, le va quitando las fuerzas a Diana. Hasta que un día contrata a una mujer que parece tener un don para tratar a niños especiales y, a partir de ese día, Martín mejorará a pasos agigantados. Pero pronto Diana comenzará a darse cuenta de que tras el "milagro" de su hijo se oculta algo oscuro.
La película es un thriller psicológico que termina derivando en historia de terror en su tramo final. Le concedo a la cinta que el arranque es bastante bueno, transmitiendo una fuerte sensación de agobio ante el drama de la protagonista en sus trabajosos quehaceres diarios. Toda la parte que mezcla drama y thriller consigue ese objetivo a base de repetir las acciones mundanas que tiene que llevar a cabo la protagonista, siempre con el niño autista a cuestas. El grado de empatía con ella es fuerte, y no creo que sea necesario haber tenido experiencias similares para comprender la angustia del personaje. Eso es, sin duda, lo mejor de «Madre».
El problema viene cuando la trama se alarga y abusa de las mencionadas repeticiones, logrando con ello quebrar el ritmo y desesperando al espectador. Hay dos aspectos que acaban echando por tierra el buen trabajo inicial: lo excesivo del metraje (94 minutos son muchos en este caso), y la nula capacidad actoral de la mujer que hace de niñera.
Una vez vista la película te das cuenta de que la idea era perfecta para un cortometraje, y que todos los añadidos que la convierten en largometraje estorban. Sobre el trabajo de Aida Jabolin no hay mucho que decir, salvo que es de la misma escuela interpretativa que Ben Affleck, Keanu Reeves o Ryan Gosling pero los supera a todos dando un recital de cómo sería un robot con apariencia humana. Bromas aparte, hay que dar un tirón de orejas al director por meter a actores no profesionales como esta mujer.
Una pena que estos problemas eclipsen el buen trabajo actoral que realizan tanto Daniela Ramirez como Matías Bassi. Madre sufridora ella e hijo enfermo él, ambos constituyen lo mejor del filme logrando trasladar agotamiento e inquietud al espectador.
Aunque la película tiene nacionalidad chilena, el director Aaron Burns es estadounidense y ha trabajado como actor y en labores técnicas en cintas de Eli Roth como Knock Knock o The Green Inferno. Burns le da a su película una estética un tanto amateur que no molesta pero tampoco ayuda.
Aún teniendo puntos de interés, «Madre» va dilapidando el interés del espectador según avanza, y cuando llega el desenlace ya nos importa poco el destino de los personajes. Es ese final el que propone el verdadero giro hacia el terror, y posiblemente hubiese funcionado bien de haberse desarrollado todo lo anterior de otra manera. Una lástima, porque la cinta apuntaba maneras pero termina cayendo en un pozo de mediocridad.