Aminta Perez estaba al lado del presidente Donald Trump en el 2019, cuando el gobernante estadounidense alabó en Miami la valentía de su hijo, el asesinado policía insurgente Oscar Pérez, describiéndole como un héroe en la lucha de los venezolanos por liberar a su país.
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Yulimar Rojas: “Este también es el año de cumplir mi sueño de ser campeona Olímpica”El dirigente opositor Luis Florido anunció su candidatura a la gobernación del estado LaraTrump le había llevado de la mano ante el podio y ella, conmovida, pidió ayuda humanitaria, en vista de que se encontraba sola y sin recursos en Estados Unidos, huyendo
Pero a dos años del evento en Miami, Aminta se encuentra al borde de la indigencia. Sobrellevando a duras penas las secuelas de un infarto y la aparición del cáncer sin conseguir estabilidad. Hoy duerme en un refugio en Homestead tras un largo peregrinar a lo largo de Estados Unidos.
“Nunca he tenido donde estar”, Aminta dijo en una entrevista. “Me la paso de casa en casa, de gente de las redes sociales”. Pero su estadía en estos hogares por lo general ha sido muy breve y las personas no han podido brindarle un techo por más de pocos días a la vez.
Después del evento con Trump, Aminta se sintió esperanzas de que recibiría ayuda del gobierno interino de Juan Guaidó, quien pasó a administrar parte de la ayuda humanitaria de Estados Unidos hacia la población venezolana.
Pero la ayuda que recibió Aminta de la oposición fue muy escasa, lo que despierta la ira de los amigos de los simpatizantes de Aminta en los Estados Unidos.
“Se portaron fatal”, dijo Dougeli Wagner, quien ha acompañado a la madre de Pérez durante sus dificultades. “Se portaron malísimo. A esa señora casi que le dicen, toma para el transporte y vete de aquí”.
Aminta dijo que ella en un momento dado le había pedido ayuda directamente a Guaidó pero que el líder opositor le informó que no podía hacer mucho por ella
Aminta se enteró de la muerte de su hijo tras haber ingresado a Estados Unidos a través de la frontera con México.
Aunque agradecida de haber conseguido asilo, Aminta confiesa que su paso por Estados Unidos nunca ha sido fácil y ha estado marcada por la hostilidad y maltratos desde que se presentó en septiembre del 2017 ante un funcionario de inmigración al pisar la frontera en el Puerto de San Ysidro, el punto de entrada entre Tijuana y San Diego.