Imagen: blogs.20minutos.es/chapiescarlata
Ayer se celebraba el Día de la Madre. Como siempre que llega el primer domingo de mayo, la festividad de la Madre se hace notar a través de artículos en prensa, inclusión del acontecimiento en los informativos o con imágenes de familias paseando al completo por las calles y comiendo en paz y armonía en algún restaurante para recordar el día que se celebra.
Sobre el porqué se escoge mayo como mes para homenajear a las madres del mundo existen varias versiones aunque quizá la más oída o leída como podemos comprobar en la web www.enplenitud.com es aquella que hace referencia a que el mes de mayo es el tiempo dedicado a la Virgen María y por eso el primer domingo de este mes se le dedique a todas las madres, tal y como lo fue María de Jesús.
Pero una vez que hemos conocido el origen y dejando atrás lo que hayan podido o no regalarle a sus madres, sí me gustaría recordar lo que nos brindaron ellas a través de frases hechas y con las que hemos crecido y en muchas ocasiones perpetuado utilizándolas nosotros también.
Quien no escuchó de su madre frases míticas como: el que no llora no mama; salpica que te llevas un zapatillazo; como te caigas te mato o el recurrente cambio de sentido de las palabras para adaptarlo a la negativa que nos tocaba oír como por ejemplo cuando querías ir a la calle y su respuesta era: ni calle ni callo. O si nos atrevíamos a preguntar al llegar del colegio: mami… ¿qué hay de comer? Su respuesta era clara, certera y sin lugar a discusión: “comida”.
Y es curioso que frases como esas y miles y miles más hayan vivido al paso de los años y se hayan oído generación tras generación porque eso significa que, aunque en su momento nos molestaran, nos ayudaron a crecer y a comprender las cosas de manera sencilla. Por eso y obviamente por un millón de cosas más, gracias a todas las madres del mundo.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…
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