Si oímos con detenimiento voces que surgen del nacionalismo catalán, Madrid debe ponerse las pilas. Algunos claros cerebros nacionalistas parecen haber descubierto que de ombligos cuadrados, nada de nada y que la pelusilla es del mismo color que la de todos, depende del color del bello y la calidad de la camiseta. La época dorada de los Carod y camarilla, que enseñó a los españoles a mirar las etiquetas de lo que consumían, parece tocar a su fin.
Cuando he leído las declaraciones de un conocido periodista catalán, nada sospechoso de antinacionalista: “Si Boadella no es Cataluña, ¿qué es Cataluña?" he sentido que estos ciudadanos no es que se bajen del burro, que les queda mucho, sino que empiezan a cuestionarse si no se han pasado tres pueblos.
Además, añade el señor Sostres que “EL NACIONALISMO "HA CARECIDO DE GRANDEZA". Hombre, si un independista lo dice…Más sabrán ellos, padres de la criatura. Yo sigo considerando que Cataluña ha sido grande y que algunos catalanes la están haciendo pasar un crisis propia añadida.
Otra frase de sus declaraciones es: "España no nos roba nada en comparación con lo que nosotros mismos nos robamos" Pues bendito sea si me quitan esta acusación gratuita. No me quitaba el sueño, a decir verdad.
Menciona este periodista independentista la sangría que el nacionalismo catalán ocasiona a Cataluña. El reciente Félix de Azúa, Arcadi Espada, Albert Boadella, Valentí Puig, Els Joglars, con Ramón Fontserè al frente, son algunos de los personajes que Madrid ha acogido como lo hace por su espíritu abierto, de gran ciudad sin complejos. Estos catalanes son ignorados en su tierra, Cataluña. Primeras figuras como las mencionadas son ninguneadas por motivos políticos. Egoístamente los madrileños deben frotarse las manos y reírse de quienes hace unos pocos años admiraban por su sentido común. Estos artistas enriquecen Madrid y España.
Y de paso, puede que ustedes también conozcan el reciente dato que el idioma español representa el 16% del PIB en España. Y digo yo, si eso de la pela es tan de catalanes, sería de recibo que Cataluña pague un canon por usar la lengua de España. Mi chascarrillo, como siempre es malo.
. Digo yo que lo de multar a un pobre tendero por no rotular el nombre del chocolate o paraguas en catalán y no meterse con la mayor industria de producción de libros en español, ubicada en Cataluña, hace fruncir el entrecejo. No le vendría mal a Madrid o ciudades limítrofes acoger la industria de editoriales en español que tiene Cataluña. De momento, cuidado Madrid.
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