Revista Cultura y Ocio

Madrid en latín: entre la Puerta de San Vicente y el Panteón de Goya

Publicado el 15 noviembre 2011 por Franciscogarciajurado
Madrid en latín: entre la Puerta de San Vicente y el Panteón de Goya
Suelen ser invisibles para el común de los viandantes, especialmente si están escritas en latín. Sin embargo, las inscripciones modernas que aparecen en los monumentos madrileños pueden contener la misma belleza que los mismos monumentos que las engarzan. El equilibrio de la neoclásica Puerta de San Vicente, diseñada por Francesco Sabatini, también se encuentra en la misma inscripción latina que podemos ver bajo su frontón. Este testimonio epigráfico del despotismo ilustrado contrasta, por su parte, con la estética y el contenido que podemos encontrar en el epitafio latino de Goya, tan sólo unos metros más lejos. FRANCISCO GARCÍA JURADO HGLE
En esta ruta que os propongo queremos ver y leer dos importantes inscripciones latinas que nos sitúan, respectivamente, entre los tiempos de Carlos III y de Fernando VII. La primera de ellas está en la Puerta de San Vicente, sita en la conocida glorieta del mismo nombre, frente a la estación de Príncipe Pío y los Jardines del Moro. Se trata de una de una inscripción que conmemora la creación de la puerta. La segunda es el epitafio de Goya, traído desde Burdeos, al igual que el cuerpo (decapitado) del pintor. Ahora se puede encontrar en la ermita de San Antonio de la Florida.
La inscripción de la Puerta de San Vicente es ésta:
CAROLVS III APERTA VIA PORTA STRVCTA
COMMODITATI AC ORNAMENTO PVBLICO
CONSVLTVM VOLVIT ANNO MDCCLXXV
“Carlos III quiso que se velara por la salud y el ornamento
público mediante la apertura de un camino y la construcción
de una puerta, en el año de 1775”
Para dar cuenta de la exquisita pulcritud latina de la inscripción, una vez reconstruida la puerta en tiempos recientes, podemos aducir al testimonio del Antonio Ponz, quien reproduce el texto latino tal como aparece aquí en el tomo V de su Viaje de España (1782). Ahora debe perdonárseme el tono técnico que voy a emplear, pero debo explicar una particularidad sintáctica. En la forma de participio de perfecto CONSVLTVM no aparece explícito el correspondiente infinitivo ESSE, que funciona como su auxiliar para configurar una forma de infinitivo pasado (CONSVLTVM ESSE: “que se mirara por”). Estamos, por tanto, ante una interesante construcción ciceroniana (Cic. Caec. 6 cur te interponis invitissimis iis quibus maxime lex consultum esse vult?:). Asimismo, el mismo hecho de ligar la comodidad y el ornamento nos remonta al Arte Poética de Horacio: "omne tulit punctum qui miscuit utile dulci" (Hor. Ars. 343), que en traducción de Alfonso Cuatrecasas quiere decir: "Se llevó todos los votos el que unió lo útil a lo agradable".
Por su parte, el epitafio de Goya, insertado en la actual tumba, es como sigue:
HIC JACET
Franciscus a GOYA et Lucientes
Hispaniensis peritissimus pictor Madrid en latín: entre la Puerta de San Vicente y el Panteón de Goya
magnaque sui nominis
celebritate notus.
Decurso, probe, lumine vitae
Obiit XVl Kalendas Maii
ANNO DOMINÍ
M DCCC XXVIII
aetatis suae
LXXXV
R.I.P.
“Aquí yace
Francisco de Goya y Lucientes,
Pintor hispano de magnífica destreza,
Reconocido por la gran celebridad
De su nombre.
Una vez recorrida con honradez la luz de su vida
Murió el dieciséis de abril
Del año de nuestro Señor 1828
A la edad de 85 años.
Descanse en paz.”
El epitafio de Goya fue estudiado por Antonio Ruiz de Elvira (Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 8, 1995, pp. 295-298), que comenta lo siguiente (p. 296): “El epitafio, adéspoto, sin ser de gran belleza, y en prosa (y con el error de decir que murió en el año 85 de su vida; fue en el 83 inclusivo: había cumplido 82 años el 30 de marzo de 1828, y murió pocos días después, el 16 de abril: XVI Kalendas Mali en el epitafio, correctamente: curiosamente, en los meses de abril, junio, septiembre y noviembre, y solo en ellos, se da la coincidencia de día 16 del mes con XVI Kal. del siguiente), es sin embargo correcto en todo lo demás (…)”. Ruiz de Elvira vio claramente el eco de un verso de Lucrecio utilizado en el epitafio, en concreto el único verso en el que el poeta latino llama por su nombre a su admirado Epicuro:
Lucr. 3, 1042 ipse Epicurus obit decurso lumine vitae
Este verso, traducido por Eduardo Valentí, suena como sigue en castellano: "El propio Epicuro feneció, al consumirse la antorcha de su vida". Como estudioso de la historiografía literaria grecolatina en España durante estos tiempos me atrevo a preguntarme si hay alguna razón en especial de haber elegido al poeta Lucrecio, no muy bien visto entre los círculos conservadores, como verso clave para el epitafio. ¿Un eco liberal? Así cabría pensando, si aceptamos, por ejemplo, la atribución que se hace al abate Marchena de la traducción de Lucrecio al castellano. Quien tuviera en mente el verso de Lucrecio podría comparar por tanto a Epicuro con Goya en calidad de grandes figuras de la historia.
Dos inscripciones en latín que dan cuenta de dos momentos singulares de la historia de España: despotismo ilustrado y ecos liberales. Francisco García Jurado H.L.G.E.

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