Nos encanta Madrid y prueba de ello es que en el mes de diciembre estuvimos dos veces en un plazo de 15 días 😁
La primera de ellas fue cuando quedamos unas cuantas bloggers que nos conocemos desde hace años y que os contamos en este post sobre qué ver y qué hacer en Madrid en dos días. Y la segunda, unos días después, en los que dejé a Luismi en casa y me fui con mi madre y con una de mis tías, que nunca habían volado en avión y Papa Noel se adelantó para cumplirles este pequeño sueño.
Si disponéis de dos días, os dejamos este otro post que escribimos ya hace unos cuantos años, Madrid en 2 días y si únicamente tenéis unas horas porque, por ejemplo, tenéis una escala larga en Barajas, o dejamos un pequeño recorrido para ver Madrid en medio día.
En esta ocasión nos alojamos en Barajas, en el hotel Maydrit. La razón fue por pura comodidad, ya que nuestro vuelo llegaba a las 23.30 y salíamos a las 08.00. Al ofrecer servicio gratuito desde y hasta el aeropuerto nos pareció la mejor opción.El hotel se encuentra a escasos metros de la parada de metro de El Capricho. El Capricho es, precisamente, una de las visitas que quiero hacer en Madrid y que siempre se me queda en el tintero. Esta vez, porque solo abre los fines de semana. Nuestras primeras paradas fueron El Retiro y la Puerta de Alcalá.
El Retiro, a esas horas de la mañana, era un remanso de paz, nada que ver con el domingo por la tarde que habíamos paseado por él unos días antes. Además, esa niebla que no despejó en toda la mañana le daba un aire de lo más bucólico. Lo mejor? Disfrutar casi a solas del maravilloso Palacio de Cristal, que en estos días acoge una exposición temporal del artista Jaume Plensa llamada "los Invisibles", unas cabezas pensantes (una enfrente de la otra) que invita al silencio y a la meditación (aunque en las fotos no se aprecien)
Nos dejamos llevar por el Parque, sin prisas y luego nos dirigimos hacia el Palacio de Cibeles, para subir a su mirador.
La subida al mirador se hace a una hora en concreta, en grupo para subir y luego bajas a tu aire cuando terminas. Se puede subir y bajar tanto por ascensor como por escaleras. Las entradas se compran en la planta baja.
Y de mirador en mirador, el siguiente era el del Círculo de Bellas Artes al que ya habíamos subido hacía unos años. Desde allí el famoso edificio Metropolis se ve super bien y también el edificio del BBVA con sus majestuosas cuadrigas coronándolo. Lástima que sólo llevese el móvil y no haya conseguido una buena foto, pero las vistas son 😻
La siguiente parada fue el Congreso de los Diputados en donde estaban entrevistando a este diputado de Podemos para luego ver la Fuente de Neptuno (la de Cibeles ya la habíamos visto instantes antes).
Estuvimos esperando un rato porque estaba saliendo un coche oficial, pero los cristales tintados nos impidieron ver de quién se trataba. Sería el presi?
Y como ninguna de las 3 había probado todavía las famosa porras ni el chocolate de la mítica San Ginés, allá nos fuimos. Me costó un poco encontrarla, pero yendo de la Puerta del Sol a la Plaza Mayor, es una callejuela que os quedará a mano derecha.Y como no hay dos sin tres, nos vamos a un tercer mirador, esta vez gratuito. Se encuentra en El Club Gourmet de la última planta de El Corte Inglés de la Plaza del Callao. Además, si os coincide con la hora de comer, allí tenéis un montón de locales de restauración.
Bajamos y nos dirigimos hacia el Templo de Debod, pasando antes por la Plaza de España y las esculturas de Don Quijote y Sancho Panza.
Y, por fin, llegábamos a una de las visitas estrellas de la jornada, el interior del Palacio Real, al que llegamos cruzando los preciosos Jardines de Sabatini.
La visita guiada dura sobre 1h30 y nos pareció bastante interesante. Salvo en unas pocas salas, está totalmente prohibido sacar fotos.
Después de la visita guiada todavía podíamos ver una exposición temporal o la armería. La expo temporal pintaba muy bien, ya que era sobre las cartas que se recibían en el Palacio durante la I Guerra Mundial, en donde España se declaró neutral, pero como Alfonso XIII estaba unido por lazos familiares tanto con la corona británica como con la austrohúngara se sensibilizó con los dos bandos y el palacio real se convirtió en una especie de oficina de Correos en las que familiares y combatientes podían enviar sus misivas con la esperanza de que fuesen leídas por sus destinatarios.
Nosotras optamos por la armería, ya que no nos daba tiempo a todo y fue todo un acierto. Yo recordaba que a mí me había gustado mucho y mis dos acompañantes también salieron con la misma impresión.
Entramos brevemente en la Catedral de la Almudena para después dirigirnos a su cripta (para acceder, tenéis que salir de la Almudena y seguir las flechas que os llevan por la primera calle que baja a la derecha). Me pareció un lugar sorprendente con sus centenares de columnas, a pesar de haber tumbas y sarcófagos en paredes y suelos.
Este cartel de la puerta de la sacristía me encantó, si os fijáis, en el margen inferior derecho todavía se puede leer la inscripción del grabador.
Nuestro día estaba llegando a su fin, pero no podía dejar de pasar por la preciosa Plaza de la Villa, ni admirar la iluminación navideña de la Puerta del Sol y de la Plaza Mayor.
Desde allí nos fuimos a tomar unas tapitas al Club Gourmet de El Corte Inglés, ya que a mí me apetecía ver las vistas desde su mirador por la noche y en la Plaza del Callao ya cogimos el metro que, sin trasbordos, nos llevó al Capricho.
De esta manera acabamos un día muy bien aprovechado en el que según mi Samsung Health nos hicimos más de 20 km caminando. No está mal para un día de turismo, eh?