Revista Cultura y Ocio

Madrid, no solo compras

Publicado el 18 diciembre 2017 por Noemi Megustamibarrio @megustamibarrio

Aunque se piense siempre en el verano como la estación para viajar por excelencia, cada vez más el frío invierno es elegido para desplazarse a grandes ciudades, en busca de un calor distinto, unas luces de Navidad originales y tiendas nuevas en las que comprar regalos para las fiestas, impulsando ese concepto tan escuchado últimamente de "turismo de compras" y para el que se preparan durante todo el año los hoteles en Madrid.
Madrid, no solo compras

Si nos pusiésemos en la puerta de Las Rozas Village o en la esquina de la calle Goya con Serrano e hiciésemos una encuesta, veríamos cómo, cada vez, estas zonas y estas tiendas son frecuentadas por personas que vienen de visita, de distintos lugares del mundo. Incluso, existen ya visitas organizadas, con desembarcos de turistas chinos en la entrada de Las Rozas Village cada equis horas.

"Casi como cuando nosotros vamos a Milán", podríamos pensar, con media sonrisa. Sí, damos una vuelta por Corso Vittorio Emanuele II y, casi nunca, compramos, lo hacemos por los ojos. O quizá sí compramos, pero es raro que vayamos aposta a eso y que las compras nos eclipsen el Duomo.

¿Os imagináis que las compras eclipsan el Museo del Prado, la Puerta del Sol o el Palacio de Oriente? Por fortuna, Madrid es una ciudad llena de oferta muy variada que conquista con cada paso que se da por el Barrio de Las Letras, la Gran Vía o la Latina, impidiendo que el motivo del viaje no sean las marcas -que, además, la mayoría son internacionales y se podrían encontrar en cualquier ciudad, al menos, de Europa.

El pasado puente de diciembre, la ocupación hotelera en Madrid alcanzó un 75% en la provincia y un 90% en la almendra central, según los datos de la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid.

Y seguro que no todo fueron compras. También fueron museos, visitas a mercados navideños (con la Plaza Mayor incluida), visita a musicales y espectáculos varios que con sus luces atraen más al público y comer.

La gastronomía, la española y madrileña, cada vez está tomando más auge a través de la experiencia, -de eso, seguramente, han aprendido los restaurantes y bares de las tiendas-. No hay nada más que visitar algunas calles de la ciudad para darse cuenta de lo especial que uno se siente comprando un pollo asado en la calle Manuela Malasaña o comprar, en esa misma calle, bacalao en salazón.

Lo nuevo y cool, pero también lo tradicional y lo de siempre, la esencia de Madrid. Todo se entremezcla en esta ciudad que duerme poco, que tiene bares de ayer, con sus máquinas tragaperras y sus banquetas metálicas, que invita y acoge al que viene y le envuelve en una atmósfera cálida, a pesar del frío.

Las bocas de metro, los trenes que conectan todos los barrios en pocos minutos. Saltar de una línea a otra, de un color a otro, descubriendo y empapándose de tradición y de costumbres, de churros y cocido, de campanadas a punto de sonar.


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