Revista Cultura y Ocio
Lo que podamos nosotros decir de Madrid nunca va a ser imparcial. Hemos crecido aquí y, al menos hasta la fecha, sigue siendo nuestro lugar de residencia. Por lo tanto, Madrid, la mejor para algunos o la peor para otros, está llena de rincones, calles, plazas, parquecitos, autobuses, tiendas y bares que esconden mucho de lo que somos. Tenemos un apego por nuestra ciudad que hace que, aunque reconozcamos sus defectos, adoremos sus virtudes y tengamos un amor incondicional por ella en su conjunto.
Así que, cuando llega la Navidad, es una tradición para nosotros dedicar un día a perdernos por los clásicos de siempre. A camuflarnos entre la marea de personas que llenan cada una de sus calles, gente de aquí y gente de fuera, donde todos a una sumamos y hacemos de la Navidad en Madrid algo especial.
Pasar un día en Madrid en fechas navideñas, para nosotros, es un imprescindible. Una fecha en la que no solemos fallar es en el Puente de la Constitución, momento en el que más gente podemos encontrar ¡Nos encanta formar parte del tumulto! Y aquí os contamos qué no nos perdemos cada año.
Lo primero para empezar el día es abrigarse, este año tenemos un tiempo muy otoñal, pero cuando vas a estar todo el día fuera no está de más llevar unos guantes. Lo siguiente, ropa y calzado cómodo. Un día de este tipo en Madrid implica disfrutar de la calle, pasear mucho y lidiar con la marabunta de gente con muy buen humor.
Lo siguiente es desplazarse hacia el centro, donde se encuentra el corazón de la Navidad madrileña. Los optimistas lo harán en coche, los racionales en transporte público. Nosotros somos a ratos una mezcla de los dos. Así que, nos acercamos a las inmediaciones en coche, y luego nos dimos un paseo de unos 20 minutos hasta llegar al cogollito de la Navidad.
Ya sabemos que las luces a todos nos encantan, pero no hay que infravalorar el ambiente navideño durante el día. Por eso nos gusta hacernos “un completo”, día y noche por Madrid.
La Puerta del Sol de Madrid es el punto de referencia para todos. Desde allí se despide al “año” y se da la bienvenida al que entra. El reloj toca los cuartos y las 12 campanadas, cada una acompañada de una uva que todos engullimos simultáneamente hasta llenarnos los carrillos entre risas, emoción y atragantamientos. Pero hasta que llega la “mágica” noche, la Puerta del Sol se convierte en el enlace desde donde salen todos los caminos. En esta plaza, que ha sufrido infinitas transformaciones, se vende la Lotería, se reparten personajes infantiles disfrazados de Papa Noel o Bob Esponja, un gigante árbol de Navidad, patrocinado por Loterìas del Estado, da la bienvenida a estas fechas, y desde el centro se ven salir calles por cada uno de sus lados, que desde la distancia son una marea humana donde parece que no cabe un alfiler. Pero sí, cabe. Madrid es infinito y siempre hay sitio para el que llegue a ella.
En la Puerta del Sol está el Oso (osa) y el Madroño, en la Puerta del Sol está el Km 0, a la Puerta del Sol ha vuelto el emblemático cartel de “Tio Pepe” y en la Puerta del Sol palpita Madrid.
Ahora se trata de decidir qué calle coger, depende la que elijas te llevará a otro emblemático rincón. Nosotros optamos por dirigirnos a la Plaza Mayor.
La Plaza Mayor pasa por diferentes decorados en época navideña. Hasta Nochebuena, la plaza está repleta de puestecillos, luego la mayoría desaparecen y se monta, depende del año, algún escenario preparado para la Noche Vieja.
Hasta hace unos años, en esta plaza se encontraban los artículos de broma, entre los típicos adornos de la fechas. Ahora, solo encontramos los segundos. Esta plaza en Navidad parece diferente, se pierde la bonita vista panóramica de la plaza porticada para dar paso a un espacio lleno de gente, sonidos, y muchos gorros y pelucas imposibles que, en algún momento, no sabemos cuándo, pero hace bastante tiempo, se convirtieron en tradición aquí. Pelucas multicolor, gorros de renos, antenas luminosas, abetos de goma espuma. Todo un sinfín de modelos a cuál más surrealista, pero que dan una simpática imagen a este lugar.
Entre las casetas de adornos, los puestos de patatas fritas de churrería, chulapos y barquillos, caricaturistas, espectáculos callejeros y vendedores del pitito ese insufrible que se meten los niños en la boca hasta taladrarte el cerebelo, se encuentran las personas, parándose aquí y allí, las cámaras intentando fotografiar lo imposible, las autofotos (ahora llamadas selfies), los carritos de coche, niños, adultos. Parece imposible, pero todo cabe.
En 2014, la Plaza Mayor se encuentra en obras de rehabilitación. Esto tiene varias consecuencias. Por un lado parte de su fachada se encuentra cubierta por una tela con un trampantojo que cubre los andamios. Por otro lado, el Belén ha tenido que ser trasladado al centro de la plaza. Un Belén que se puede visitar libremente con dar tan solo un paseo por la zona. El único requisito es seguir el orden de la fila.
Desde la Plaza Mayor, y depende de la hora que sea, se pueden presentar varias alternativas. Pegado a ésta y saliendo por una de sus puertas se encuentra el Mercado de San Miguel. En esta entrada os hablamos de él ampliamente. Este lugar es casi de obligado paso desde su reapertura. Pocos se resisten a entrar y cometer algún pecadillo gastronómico. Para los más nostálgicos, lo que es irresistible es el bocadillo de calamares en alguno de los locales que rodean la plaza.
Somos conscientes de que puede sonar extraño y hasta desagradable para quien no está familiarizado con el concepto de este manjar. Algo que sabemos que, visto los clásicos locales y la grasilla que impregna las servilletas que los envuelven, puede causar rechazo, pero que para otros, como para nosotros, es la excusa para, una vez al año, sucumbir a uno de los típicos madrileños. Así, podréis encontrar a gente apoyada en cualquier rincón, comiendo en la misma calle, apoyados en lugares imposibles y haciendo cola como si del mismo Bulli se tratara.
Una vez engullido el manjar, no viene mal un café calentito. Será difícil encontrar por la zona un asiento pero, alejándose por cualquier callejuela, seguro que aparecerá un rincón para poder descansar.
Aun así, el descanso no debe ser largo. Desde cualquier rincón se escuchará el bullicio, la luz cae pronto y el encendido de las luces será inminente. El horario de las luces de Navidad es el siguiente:
De domingo a miércoles, entre las 18 y las 22 horas.Los jueves, viernes, sábados y las vísperas de festivos entre los 18 y las 23 horas.24 de diciembre y 5 de enero, de 18 horas a 3 de la madrugada.25 de diciembre, 1 y 6 de enero, de 18 a 24 horas.31 de diciembre, el día con más hora de iluminación, de 18 a 6 horas de la madrugada.
La iluminación de la ciudad de Madrid es obra, principalmente, de diseñadores como Purificación García, Hanibal Laguna, Vitorio y Luchinno, Ángel Schessler, entre otros tantos, y del arquitecto Ben Busche, quién tiene gran protagonismo en muchos de los rincones.
La Cava de San Miguel, que sale de la Plaza Mayor, al lado del Mercado de San Miguel, es uno de los lugares que más nos gustan en cualquier época del año. No tiene nada concreto y sí un todo especial. La curvartura, las fachadas de sus casas, el arco de cuchillero. Esta cava es donde se encontraba el antiguo foso de la ciudad. Bajamos por ella, allí se encuentra el Restaurante más antiguo del mundo, Casa Botín, otro de los emblemáticos de Madrid…
Pasear, pasear y pasear, coger una calle y luego otra entre un montón de luces de colores y aromas diferentes se convierte en un entretenimiento de tarde.
Este año 2014, en la Plaza de Oriente, la que está frente al Palacio Real de Madrid, hasta el 4 de enero, durante 7 minutos, hay un espectáculo de música e iluminación. Asi que, este año decidimos acercarnos. Esto ocurre a las 18.30, 19.30 y 20.30 los domingos, vísperas de festivo y festivos.
De camino a la Plaza de Oriente, cuando en Madrid ya es de noche, navegamos por la calle Arenal con toda la marea de personas. A ratos huele a castañas asadas, y todas las tiendas permanecen abiertas. Al llegar a la plaza de la Ópera de Madrid, los aromas se intensifican, un mercadillo de dulces, bizcochos, frutas escarchadas, y un árbol de Navidad Azul decoran este lugar.
Llegamos justo a tiempo a la Plaza de Oriente, a la hora acordada las luces se apagan y, en cuestión de segundos, comienzan a sonar dos villancicos. Al ritmo de la melodía, las luces se encienden y se apagan durante unos minutos. Teníamos más expectativas, pero es lo que hay…
Una tarde de Navidad en Madrid requeriría una merienda digna. Si quieres conocer otro clásico de la ciudad, los churros y el chocolate en la Chocolatería de San Ginés te esperan. Fundada en 1894, cercana a la Puerta del Sol, en el pasadizo de San Ginés, la gente se agolpa conformando una fila infinita y haciendo del callejón un rincón muy concurrido.
Hablar de la Navidad en Madrid y no tararear “Cortylandia, Cortylandia vamos todos a cantar…” sería muy raro. Si bien, es un espectáculo relacionado directamente con una marca comercial, se ha convertido en una tradición en la ciudad. En la fachada del Centro comercial del Corte Inglés, entrando por la Calle Maestro Victoria, cada año se montan unos decorados que en determinados horarios (generalmente en pases cada hora), se animan y ofrecen una “minihistoria” narrada y cantada a los pequeños. Este año había tanta gente que la foto que os aportamos es de hace unos cuantos de años.
De noche y aún no os hemos hablado de la calle Preciados, calle comercial por excelencia y que nos dirije hasta la Plaza de Callao, donde, bajo nuestra opinión, se encuentra el árbol más bonito de Navidad en Madrid. Esta plaza intersecciona con la Gran Vía. Allí es un buen lugar para acabar el día asistiendo a alguno de los espectáculos que se ofrecen en los teatros que quedan, musicales, monólogos, obras de Teatro…
Pero si no es el caso, si queréis ver un rincón donde los peques disfrutan hasta bien entrada la tarde, frente a Callao, al otro lado de la Gran Vía, está la entrada a la Pista de Patinaje sobre Hielo. Nosotros nos acercamos para dejarnos invadir un poco más por el ambiente navideño.
Hay mucha más Navidad en Madrid, en total se reparten 11 árboles navideños repartidos por la ciudad, Plaza de Santa Ana, Plaza España, Plaza Castilla, Colón…
También hay bastantes más pistas de patinaje, en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, en la Plaza de Felipe II, entre otras de diferentes distritos.
Hay Belenes: el Napolitano en el Palacio de Cibeles, el Belén luminoso de la Puerta de Alcalá…
Hay muchas más calles iluminadas: Serrano, Velazquez, Fuencarral, goya, La Plaza de Chueca, el Paseo de la Castellana...
Por supuesto, no podemos dejar de mencionar el Mercado de Artesanía de la Plaza de España, otro clásico en Madrid…
Pero nosotros queríamos contaros un día cualquiera de dos madrileños que pasean por su Navidad de siempre, un paseo sin grandes pretensiones más que respirar el ambiente de su ciudad en estas fechas.
Y con este pequeño homenaje a nuestras Navidades, os queremos desear que paséis unas Felices Fiestas, un próspero Año Nuevo y daros las gracias un año más por acompañarnos.
!Nos vemos en 2015¡
… Y recordad ¡Madrid os espera!
¿Tienes planes hoy?
Ubicación en Google Maps
Así que, cuando llega la Navidad, es una tradición para nosotros dedicar un día a perdernos por los clásicos de siempre. A camuflarnos entre la marea de personas que llenan cada una de sus calles, gente de aquí y gente de fuera, donde todos a una sumamos y hacemos de la Navidad en Madrid algo especial.
Pasar un día en Madrid en fechas navideñas, para nosotros, es un imprescindible. Una fecha en la que no solemos fallar es en el Puente de la Constitución, momento en el que más gente podemos encontrar ¡Nos encanta formar parte del tumulto! Y aquí os contamos qué no nos perdemos cada año.
Lo primero para empezar el día es abrigarse, este año tenemos un tiempo muy otoñal, pero cuando vas a estar todo el día fuera no está de más llevar unos guantes. Lo siguiente, ropa y calzado cómodo. Un día de este tipo en Madrid implica disfrutar de la calle, pasear mucho y lidiar con la marabunta de gente con muy buen humor.
Lo siguiente es desplazarse hacia el centro, donde se encuentra el corazón de la Navidad madrileña. Los optimistas lo harán en coche, los racionales en transporte público. Nosotros somos a ratos una mezcla de los dos. Así que, nos acercamos a las inmediaciones en coche, y luego nos dimos un paseo de unos 20 minutos hasta llegar al cogollito de la Navidad.
Ya sabemos que las luces a todos nos encantan, pero no hay que infravalorar el ambiente navideño durante el día. Por eso nos gusta hacernos “un completo”, día y noche por Madrid.
La Puerta del Sol de Madrid es el punto de referencia para todos. Desde allí se despide al “año” y se da la bienvenida al que entra. El reloj toca los cuartos y las 12 campanadas, cada una acompañada de una uva que todos engullimos simultáneamente hasta llenarnos los carrillos entre risas, emoción y atragantamientos. Pero hasta que llega la “mágica” noche, la Puerta del Sol se convierte en el enlace desde donde salen todos los caminos. En esta plaza, que ha sufrido infinitas transformaciones, se vende la Lotería, se reparten personajes infantiles disfrazados de Papa Noel o Bob Esponja, un gigante árbol de Navidad, patrocinado por Loterìas del Estado, da la bienvenida a estas fechas, y desde el centro se ven salir calles por cada uno de sus lados, que desde la distancia son una marea humana donde parece que no cabe un alfiler. Pero sí, cabe. Madrid es infinito y siempre hay sitio para el que llegue a ella.
En la Puerta del Sol está el Oso (osa) y el Madroño, en la Puerta del Sol está el Km 0, a la Puerta del Sol ha vuelto el emblemático cartel de “Tio Pepe” y en la Puerta del Sol palpita Madrid.
Ahora se trata de decidir qué calle coger, depende la que elijas te llevará a otro emblemático rincón. Nosotros optamos por dirigirnos a la Plaza Mayor.
La Plaza Mayor pasa por diferentes decorados en época navideña. Hasta Nochebuena, la plaza está repleta de puestecillos, luego la mayoría desaparecen y se monta, depende del año, algún escenario preparado para la Noche Vieja.
Hasta hace unos años, en esta plaza se encontraban los artículos de broma, entre los típicos adornos de la fechas. Ahora, solo encontramos los segundos. Esta plaza en Navidad parece diferente, se pierde la bonita vista panóramica de la plaza porticada para dar paso a un espacio lleno de gente, sonidos, y muchos gorros y pelucas imposibles que, en algún momento, no sabemos cuándo, pero hace bastante tiempo, se convirtieron en tradición aquí. Pelucas multicolor, gorros de renos, antenas luminosas, abetos de goma espuma. Todo un sinfín de modelos a cuál más surrealista, pero que dan una simpática imagen a este lugar.
Entre las casetas de adornos, los puestos de patatas fritas de churrería, chulapos y barquillos, caricaturistas, espectáculos callejeros y vendedores del pitito ese insufrible que se meten los niños en la boca hasta taladrarte el cerebelo, se encuentran las personas, parándose aquí y allí, las cámaras intentando fotografiar lo imposible, las autofotos (ahora llamadas selfies), los carritos de coche, niños, adultos. Parece imposible, pero todo cabe.
En 2014, la Plaza Mayor se encuentra en obras de rehabilitación. Esto tiene varias consecuencias. Por un lado parte de su fachada se encuentra cubierta por una tela con un trampantojo que cubre los andamios. Por otro lado, el Belén ha tenido que ser trasladado al centro de la plaza. Un Belén que se puede visitar libremente con dar tan solo un paseo por la zona. El único requisito es seguir el orden de la fila.
Desde la Plaza Mayor, y depende de la hora que sea, se pueden presentar varias alternativas. Pegado a ésta y saliendo por una de sus puertas se encuentra el Mercado de San Miguel. En esta entrada os hablamos de él ampliamente. Este lugar es casi de obligado paso desde su reapertura. Pocos se resisten a entrar y cometer algún pecadillo gastronómico. Para los más nostálgicos, lo que es irresistible es el bocadillo de calamares en alguno de los locales que rodean la plaza.
Somos conscientes de que puede sonar extraño y hasta desagradable para quien no está familiarizado con el concepto de este manjar. Algo que sabemos que, visto los clásicos locales y la grasilla que impregna las servilletas que los envuelven, puede causar rechazo, pero que para otros, como para nosotros, es la excusa para, una vez al año, sucumbir a uno de los típicos madrileños. Así, podréis encontrar a gente apoyada en cualquier rincón, comiendo en la misma calle, apoyados en lugares imposibles y haciendo cola como si del mismo Bulli se tratara.
Una vez engullido el manjar, no viene mal un café calentito. Será difícil encontrar por la zona un asiento pero, alejándose por cualquier callejuela, seguro que aparecerá un rincón para poder descansar.
Aun así, el descanso no debe ser largo. Desde cualquier rincón se escuchará el bullicio, la luz cae pronto y el encendido de las luces será inminente. El horario de las luces de Navidad es el siguiente:
De domingo a miércoles, entre las 18 y las 22 horas.Los jueves, viernes, sábados y las vísperas de festivos entre los 18 y las 23 horas.24 de diciembre y 5 de enero, de 18 horas a 3 de la madrugada.25 de diciembre, 1 y 6 de enero, de 18 a 24 horas.31 de diciembre, el día con más hora de iluminación, de 18 a 6 horas de la madrugada.
La iluminación de la ciudad de Madrid es obra, principalmente, de diseñadores como Purificación García, Hanibal Laguna, Vitorio y Luchinno, Ángel Schessler, entre otros tantos, y del arquitecto Ben Busche, quién tiene gran protagonismo en muchos de los rincones.
La Cava de San Miguel, que sale de la Plaza Mayor, al lado del Mercado de San Miguel, es uno de los lugares que más nos gustan en cualquier época del año. No tiene nada concreto y sí un todo especial. La curvartura, las fachadas de sus casas, el arco de cuchillero. Esta cava es donde se encontraba el antiguo foso de la ciudad. Bajamos por ella, allí se encuentra el Restaurante más antiguo del mundo, Casa Botín, otro de los emblemáticos de Madrid…
Pasear, pasear y pasear, coger una calle y luego otra entre un montón de luces de colores y aromas diferentes se convierte en un entretenimiento de tarde.
Este año 2014, en la Plaza de Oriente, la que está frente al Palacio Real de Madrid, hasta el 4 de enero, durante 7 minutos, hay un espectáculo de música e iluminación. Asi que, este año decidimos acercarnos. Esto ocurre a las 18.30, 19.30 y 20.30 los domingos, vísperas de festivo y festivos.
De camino a la Plaza de Oriente, cuando en Madrid ya es de noche, navegamos por la calle Arenal con toda la marea de personas. A ratos huele a castañas asadas, y todas las tiendas permanecen abiertas. Al llegar a la plaza de la Ópera de Madrid, los aromas se intensifican, un mercadillo de dulces, bizcochos, frutas escarchadas, y un árbol de Navidad Azul decoran este lugar.
Llegamos justo a tiempo a la Plaza de Oriente, a la hora acordada las luces se apagan y, en cuestión de segundos, comienzan a sonar dos villancicos. Al ritmo de la melodía, las luces se encienden y se apagan durante unos minutos. Teníamos más expectativas, pero es lo que hay…
Una tarde de Navidad en Madrid requeriría una merienda digna. Si quieres conocer otro clásico de la ciudad, los churros y el chocolate en la Chocolatería de San Ginés te esperan. Fundada en 1894, cercana a la Puerta del Sol, en el pasadizo de San Ginés, la gente se agolpa conformando una fila infinita y haciendo del callejón un rincón muy concurrido.
Hablar de la Navidad en Madrid y no tararear “Cortylandia, Cortylandia vamos todos a cantar…” sería muy raro. Si bien, es un espectáculo relacionado directamente con una marca comercial, se ha convertido en una tradición en la ciudad. En la fachada del Centro comercial del Corte Inglés, entrando por la Calle Maestro Victoria, cada año se montan unos decorados que en determinados horarios (generalmente en pases cada hora), se animan y ofrecen una “minihistoria” narrada y cantada a los pequeños. Este año había tanta gente que la foto que os aportamos es de hace unos cuantos de años.
De noche y aún no os hemos hablado de la calle Preciados, calle comercial por excelencia y que nos dirije hasta la Plaza de Callao, donde, bajo nuestra opinión, se encuentra el árbol más bonito de Navidad en Madrid. Esta plaza intersecciona con la Gran Vía. Allí es un buen lugar para acabar el día asistiendo a alguno de los espectáculos que se ofrecen en los teatros que quedan, musicales, monólogos, obras de Teatro…
Pero si no es el caso, si queréis ver un rincón donde los peques disfrutan hasta bien entrada la tarde, frente a Callao, al otro lado de la Gran Vía, está la entrada a la Pista de Patinaje sobre Hielo. Nosotros nos acercamos para dejarnos invadir un poco más por el ambiente navideño.
Hay mucha más Navidad en Madrid, en total se reparten 11 árboles navideños repartidos por la ciudad, Plaza de Santa Ana, Plaza España, Plaza Castilla, Colón…
También hay bastantes más pistas de patinaje, en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, en la Plaza de Felipe II, entre otras de diferentes distritos.
Hay Belenes: el Napolitano en el Palacio de Cibeles, el Belén luminoso de la Puerta de Alcalá…
Hay muchas más calles iluminadas: Serrano, Velazquez, Fuencarral, goya, La Plaza de Chueca, el Paseo de la Castellana...
Por supuesto, no podemos dejar de mencionar el Mercado de Artesanía de la Plaza de España, otro clásico en Madrid…
Pero nosotros queríamos contaros un día cualquiera de dos madrileños que pasean por su Navidad de siempre, un paseo sin grandes pretensiones más que respirar el ambiente de su ciudad en estas fechas.
Y con este pequeño homenaje a nuestras Navidades, os queremos desear que paséis unas Felices Fiestas, un próspero Año Nuevo y daros las gracias un año más por acompañarnos.
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