Revista Comunicación

Madrileños go home

Publicado el 21 junio 2020 por Felipe @azulmanchego
Madrileños go home

LA VIÑETA DE Ricardo en El Mundo (20-06-2020), que reproducimos en nuestra entrada, ilustra de forma muy certera el manido término de madrileñofobia para definir el temor de propios y extraños a que los turistas de Madrid puedan ir contagiando el coronavirus allí donde vayan.

Es un miedo absurdo y desproporcionado, como tantos otros temores, que ha encontrado un magnífico caldo de cultivo en las redes sociales (#HartosdeMadrid), y que ha conseguido hacer fortuna en los medios de comunicación con la rapidez con la que este tipo de historias prenden en las tertulias televisivas. No son muchos los odiadores profesionales, pero hacen tanto ruido, que a veces consiguen que dirijamos el foco hacia ellos más tiempo del que realmente merecen.

Cuesta trabajo creer, para quienes no nacimos en Madrid, pero nos sentimos tan madrileños como el que más, que alguien pueda llegar a tan inconsistente conclusión que es, cuando menos, discriminatoria. Entra dentro de toda lógica que pueda existir una cierta prevención hacia quienes salgan de fin de semana o de vacaciones procedentes de territorios tan castigados como Madrid, pero de ahí, de pasar de la cautela, a actuar en plan inquisitorial hay un trecho que nadie en su sano juicio debería traspasar.

Como es bien sabido, el fin del estado de alarma no supone que la alerta sanitaria haya terminado -de ahí que se mantengan las restricciones−, y como la pandemia va seguir con nosotros durante algún tiempo, más vale que nos dediquemos a seguir las recomendaciones y directrices sanitarias y no a demonizar a quienes, como en este caso los madrileños, deseen moverse por donde consideren. Es el momento de la responsabilidad individual, decíamos hace unos días, y este precepto sigue siendo válido con independencia de que sea el Gobierno central o el autonómico el que esté al mando de la situación.

Un madrileño, con su mascarilla y su distancia de seguridad, no debería ser un problema para nadie. Entre otras cosas, porque los virus no conocen de fronteras y nadie está libre de contagiar al prójimo por mucho que haya nacido lejos del centro. La ciudad que algunos demonizan ahora es la misma que acogió a tantos sin preguntarles a cuenta de qué venían al médico aquí, o a estudiar o a buscarse una vida mejor.

Pero hay, además, otro aspecto muy concreto que tampoco conviene perder de vista. De los casi 80.000 millones de euros recaudados en impuestos en la Comunidad de Madrid, más de 60.000 van destinados a la caja común de España. Ese es el grado que mejor mide la solidaridad de Madrid con el resto de país. A partir de ahí, que cada uno saque sus propias conclusiones sobre lo que aporta la región al bienestar económico y social de España.

Madrid, para quienes de pronto hayan pretendido olvidarlo, es de todos porque de todos está hecha. No es la ciudad perfecta, ni su Comunidad tampoco lo es. Pero nadie podrá negarle su carácter acogedor e integrador. Y así seguirá siendo por más que ahora algunos puedan mirarla con un cierto recelo. El drama que ha vivido Madrid no es solo de Madrid. A todos nos incumbe y atañe porque Madrid es de todos y no es de nadie. Y esa es y será su seña de identidad.


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