Madrugada de Pascua
Edith Stein
Oscura es la noche del sepulcro,
sin embargo, los rayos de las santas heridas
traspasan la pesada piedra
y la elevan suavemente dejándola a un lado.
De la oscuridad del sepulcro sube a lo alto
el cuerpo resucitado del Hijo del Hombre
por la luz transfigurado
y de resplandor bañado.
Suavemente sale de la caverna
al tranquilo, silencioso crepúsculo de la mañana,
ligera niebla cubre la tierra;
blancos resplandores
la iluminan ahora profundamente
y el Salvador avanza a través del silencio
en la nueva tierra despertada del sueño.
Bajo la huella de sus santos pies
se abren flores luminosas y nunca vistas.
y donde su vestido suavemente toca el suelo,
allá lucen resplandores
de esmeralda en los campos.
De sus manos fluye la bendición
sobre campos y praderas en abundantes y límpidos torrentes,
y, en el rocío matinal de la plenitud de la gracia,
la naturaleza exulta radiante al Resucitado,
cuando él silenciosamente
se acerca a los hombres.