Mientras en Venezuela crecen las colas y la inseguridad, el presidente vuela con la gasolina del derrote como alimento del motor de sus miserias.
Nicolás Maduro viajó a Moscú con la premura de encontrar algún apoyo. Un largo periplo en la nave Ilyushib IL 96-300 de Cubana de Aviación, surcó los aires en una suerte de huida ante el desastre que sintetiza su incapacidad.
Una gran comitiva se alojó en el suntuoso Ararat Park Hyatt. Uno de los hoteles más costosos de Europa; el régimen venezolano alquiló tres pisos y dos suites presidenciales.
Cada habitación costó alrededor de 11.000 dólares la noche y las suites ascendieron a 20.000. Pidieron igualmente reserva para el casino principal con vista a la catedral de San Basilio.
El Presidente quiso desayunar en el restaurant Luxor Victoria, en el área exclusiva en donde acuden las grandes estrellas del jet set internacional.
Consumieron lo mejor de los vinos franceses a la carta. Un entremés digno de príncipes de la monarquía borbónica inundó el paladar de la amplia comitiva familiar.
Raúl Castro se alojó en una de las suites reservadas por el Gobierno venezolano. Su comitiva ocupó el tercer piso junto al equipo del G2, que viajó desde Maiquetía con Nicolás Maduro. Antes del ir a los actos conmemorativos del setenta aniversario de la derrota del hitlerismo, se dieron un paseo por las exclusivas tiendas GUM; a la usanza de las galerías de Milán, estos espacios cuentan con las firmas más famosas del mundo.
Los revolucionarios venezolanos derrocharon con esplendidez, no se anduvieron con miramientos a la hora de adquirir cuanto se les ocurrió. Regresaron al hotel cargado de muchísimos paquetes. Solo Nicolás Maduro y un pequeño grupo de sus íntimos se acercó a los actos en el Kremlin.
Como dato adicional les diremos que solamente dos mandatarios occidentales acudieron a la cita: Raúl Castro y Nicolás Maduro. Ambos ubicados en puesto inferiores en el presídium que encabezaron Vladimir Putin junto al primer mandatario chino Xi Jinping y la cúpula gubernamental de la federación rusa.
En el noticiero estelar de la televisión alemana, DW, observamos parte de los actos conmemorativos, con un Nicolás Maduro en el relleno de las filas en donde estaban los dirigentes de tercer nivel. No podía ser de otra manera. Es un acto esencialmente íntimo. Ellos perdieron a veinte millones de personas en la Segunda Guerra Mundial. Son eventos emotivos que convocan al fuero nacional que nace desde el dolor propio.
China asiste debido a que lleva fuertes inversiones para un aliado en serias dificultades económicas. La denominada Ruta de la Seda es la alianza entre estos gigantes con ansias de gobernar al mundo. Los dos países cerraron 107 acuerdos, de los cuales 55 ya han sido ejecutados, 21 proyectos relativos a la construcción a largo plazo. La cooperación China es su esperanza de sobrevivir. A pesar de las profundas diferencias históricas entre los regímenes de Beijing y Moscú, ellos necesitan fortalecerse para enfrentar a Estados Unidos con posibilidad de victoria en el terreno económico y político. En cambio Cuba y Venezuela solo van a buscar dinero para seguir sobreviviendo.
Un viaje que costó una millonada. Mientras en Venezuela crecen las colas y la inseguridad, el presidente vuela con la gasolina del derrote como alimento del motor de sus miserias. Un país en severas dificultades económicas vive también de la falta de un gobierno que administre con idoneidad.
Ahora el pueblo pasa las penurias que lo han hecho cada vez más pobre, somos una nación devastada por un sistema revolucionario depredador. Mientras se muere la patria, los socialistas siguen de bonche.
Alexander Cambero