Revista Diario
Cuando te quedas embarazada, esperas que el Universo a tu alrededor se llene de magia. Que el embarazo sea una etapa plácida en la que notarás, como mucho, unas pataditas del ser que estás trayendo al mundo. Que cuando nazca, mirarás a tu pareja por encima de la cabeza del recién nacido y todo será amor y pajaritos. Pero no, queridos jomeinistas, nada de eso. No tiene nada de mágico pasarse potando 9 meses cual niña del Exorcista. No tiene nada de mágico intentar bajar un talón que te taladra el hígado. Y no tiene nada de mágico un fórceps de Urgencia mientras tu marido mira el monitor preocupado (Si un traumatólogo mira un monitor preocupado, malo, malo). Pero, como en el fondo, eres optimista, esperas que la magia venga después. Cuando tu hijito cierre los ojos y puedas darle un beso en esa frente calentita con olor a bebé. Lo que no te dicen es que cuando tu bebé cierre los ojos, los tuyos estarán ya a media asta de cansancio. Y eso tampoco es mágico. No hay magia en cambiar pañales, ni en multiplicar las horas del día para hacer comidas, lavadoras y además, en tus ratos libres, trabajar. No hay magia en resolver divisiones de dos cifras en el denominador cuando apenas recuerdas lo que era un denominador. La magia desaparece por completo cuando piensas en que en un año empiezan con integrales y con exámenes en Alemán. Por eso, cuando la otra noche, mi hija Susanita se despertó, yo ya no esperaba nada de magia. - Mamáááááá - Hummmmmm - No puedo dormir - Pues yo sí podía, hasta ahora - Es que cierro los ojos y no me duermo - Pues cuenta ovejitas Media hora más tarde, cuando ya dormía el sueño de los justos, vuelve a despertarme un: - Mamááááá - Hummmm - Que voy por doscientos setenta y tres y no me duermo. Mi santo estaba de guardia y yo me temía el cuento toda la noche, así que claudiqué. - Anda, ven, duerme conmigo. Ella, feliz por haber conseguido lo que quería, vino pitando. Se acostó en el lugar de su padre y se arropó. A los dos segundos, estaba frita. - Oiga usted, señorita - le digo al día siguiente - Qué morro que se gasta la niña ¿no?."Mamá, no puedo dormir" Y a los dos segundos, totalmente roque. Ella me mira, entornando los ojos y sonríe. Y al sonreír se le marcan los hoyuelos en las mejillas - Ay, mami, es que tú, cuando estás cerca, tienes magia. Pero a mi habitación no llega. ¿A qué va a ser eso?