Revista Cultura y Ocio
Magia contra la impostura - Midnight in Paris, de Woody Allen
Publicado el 29 julio 2011 por Evagp1972Si teméis al cambio, no vayáis a verla. Midnight in Paris es de aquellas películas que, en el clima propicio a la reflexión (como estos días de verano), pueden provocar transformaciones importantes en según qué sujetos. Los soñadores, por ejemplo. L@s aspirantes a artista, sobre todo l@s que han empezado a escribir. Las parejas que - aunque no lo sepan todavía- están a un tris de romperse. Woody Allen nos regala una deliciosa comedia que, bajo su dorado envoltorio (de principio a fin, un puro canto de amor a París), esconde una nada despreciable carga de dinamita.
La trama contrapone dos mundos opuestos: el superficial y pseudointelectual de una clase alta americana preocupada únicamente por la apariencia, la vacuidad, el lujo y las compras (impagable el momento en que, en plena cena en un restaurante de lujo entre la futura novia y sus padres, aparece en la mesa de al lado un comensal insospechado: un perro) y el de los artistas bohemios, apasionados de la vida y enamorados de la belleza, que poblaron París durante los dorados años veinte. Pocos como Allen iban a saber mezclar la cantidad justa de admiración e ironía necesarias para darnos su Hemingway, vibrante y apasionado; sus Pablo Picasso y Gertrude Stein discutiendo sobre un retrato femenino, los Fitzgerald devorados por los celos, o su Dalí histriónico, obsesionado con los rinocerontes.
Entre ambos mundos hace equilibrios el protagonista, un guionista de éxito en Hollywood a punto de casarse con la hija de una poderosa (y muy conservadora) familia americana. Aparentemente enamorados, la magia de París pondrá a prueba su relación, y obligará al protagonista a tomar una decisión transcendental sobre su futuro. La ciudad de la luz vendrá a ser para él la brújula del capitán John Sparrow: aquella que apunta exactamente hacia lo que realmente desea el corazón.
Perfecta, desde mi punto de vista, la elección de Owen Wilson como protagonista: su capacidad para el drama y la comedia, así como las inflexiones de su voz, son ideales para sostener a un personaje in a very perplex situation. Gracias a él, a veces presente y pasado llegan a tocarse, como en las páginas de un diario aparentemente intrascendente de una joven enamoradiza. A veces, también, la melancolía de esos momentos deja paso a la hilaridad, como en el caso del detective contratado por el padre de la novia para vigilarlo, que se "pierde" en un bucle temporal. Magia al cien por cien. Midnight in Paris me ha devuelto al Woody Allen genial que perdí en la desastrosa Vicky Cristina Barcelona. Quizás también él se supo perdido entonces, y ha sabido reencontrarse bajo la lluvia, una noche de verano en París.
Midnight in Paris es mucho más que la postal de una ciudad amada, el retrato vívido del espíritu de una época dorada o la crítica contra una determinada casta social y política (no mercy con el Tea Party). Allen coloca ante nosotros un espejo que nos revelará si pertenecemos, sabiéndolo o no, a la peor clase de mentirosos: los impostores de sí mismos. Acaso formemos parte, sin saberlo, de aquell@s que han renunciado a soñar o están a punto de hacerlo; quienes por comodidad, desconocimiento o miedo han preferido la seguridad y la superficialidad en lugar de arriesgarse a perderlo todo y ser, de veras, felices.
En todas las épocas la vida ha estado llena de ruido y prisas, confusión y vorágine. Lo estaba en época de Shakespeare, no digamos ya en el tecnificado torbellino de nuestros días. Es importante saber, en este sentido, que no necesariamente un tiempo pasado fue mejor, y que la añoranza del pasado puede no ser más que una huida inútil, cuando deberíamos centrar todas nuestras energías en el hoy. El verano es una magnífica ocasión para detenerse y preguntarse, el corazón en la mano, si estamos viviendo o no en la impostura y, si es así, qué pensamos hacer hoy, ahora, para ponerle remedio antes de que sea demasiado tarde.