“¿Cuál es mi nombreeee?” Pregunté gritando a los chicos de la escuela rural 4399 Adolfo Guemes, en el departamento San Carlos, muy cerquita de Cafayate, por la ruta que va a Cachi, en Salta. “Papáaaa”, me responde una vocecita desde la maraña de caritas que me miraban y escuchaban atentas.
Las risas no tardaron en aparecer. Es que Tahiel, sentado entre los chicos, decidió tomar la posta y responder antes que nadie a mi pregunta. A veces también, ante una frase estándar del show de magia como por ejemplo “¿saben qué va a pasar con la pelotita si no la agarran fuerte?”, él gritaba: “va a voloaaaaar”, anticipándose al mago.
Vaya cambio que significó presentarnos con nuestro proyecto otra vez en las escuelas rurales, pero ya con Tahiel siendo parte. Para mí fue un regreso con gloria, después de mucho tiempo, a este tipo de público del que tanto disfruto. Pero además, esta vez con mi hijo, que cada día está más grande y me sorprende permanentemente.
A veces se mezcla entre el público y otras veces, entre mis piernas. Participa desde “la tribuna” o me imita desde el improvisado escenario. Interrumpe, se ríe, contagia al resto, se mimetiza con la actividad. A veces, por supuesto, también se aburre y sale a jugar a los patios de las escuelitas, rodeados de montañas, y corre y corre como si la altura no le afectara en lo más mínimo.
Ismael, del hotel Asturias de Cafayate, y Luis, de la empresa Runa Tour de Tilcara, fueron quienes nos resolvieron todo para poder mostrar lo que hacemos ante los chicos de tres escuelas y de un club, 2 en Salta y 2 en Jujuy. Para nosotros, llegar a las escuelas rurales es muy complicado. No solo trasladarnos hasta ellas el día de la presentación, sino que las dificultades comienzan antes, cuando queremos contactarnos con los maestros o directores. Por suerte, siempre aparecen personas, como Ismael y Luis, que nos ayudan en el lugar. No solo nos pusieron en contacto con los directores, sino que además nos llevaron con sus autos y nos acompañaron en las presentaciones. Como siempre decimos, sin la ayuda de los amigos del camino no podríamos llevar a cabo nuestro proyecto.
En las dos escuelitas de Salta, la de San Carlos y la nro. 4366, Virgen del Valle, Las Conchas, lamentablemente no tuvimos electricidad, por lo que no pudimos proyectar las fotos ni la charla. Lo que sí tuvimos fue frío, y mucho. No recuerdo haber tenido en mi vida tan duras las manos para hacer magia, como en la primera escuelita, temprano por la mañana. No sentía las cosas que agarraba. El calor, como siempre, lo ponían las caritas de asombro y alegría del público.
En Jujuy, en la escuela 240 de San Roque, ahí nomás de Humahuaca, tuvimos electricidad y pudimos dar la charla. Los chicos escucharon atentamente nuestros relatos y disfrutaron de las fotos, hasta hubo ronda de preguntas antes del show de magia al cierre de la actividad. Tahiel ayudó a acomodar las sillas y, como había una salida de jardín de infantes muy parecida a la suya, se quedó jugando con sus nuevos amigos.
Luis nos preguntó, cuando aún no habíamos abandonado Buenos Aires, si en lugar de una escuela podíamos presentarnos en un club, en su club, en Maymará, donde él vive con su mujer y su hijita de 2 meses. Claro que sí, chicos son chicos en todos lados, le respondimos. La sorpresa fue grande cuando al llegar, nos enteramos que el público no estaría formado por peques. Eran la reserva de fútbol de Unión Deportiva Maymará. Todos chicos varones de entre 15 y 17 años. El show que yo llevaba en mi valija estaba pensado para niños pero las cartas ya estaban echadas. Como durante el día convocaron para el evento por la radio del pueblo, también habían concurrido algunas familias. Me puse el sombrero y arranqué con mi flamante “show infantil para adolescentes”. Si esto me hubiera pasado hace unos años, se me hubiese trabado la neurona y no hubiese sabido salir de la coyuntura. Pero el mago creció y sí supo salir. Fue un éxito y todos disfrutaron.
Luego del show ficharon a Tahiel para el equipo. Para esta cuarta presentación prefirió correr en la cancha, a los pies del bellísimo cerro Paleta de Pintor, detrás de una pelota que llevaba 5 minutos durmiendo debajo de la suela del 10, que reía y reía. Tahiel se acercó a él y con su mirada bastó para que la redonda abandone esa suela y vuelva a hacer lo que más le gusta: rodar. El Tahiel que salió a la cancha detrás de la pelota mientras su padre divertía a los jugadores volvió tan lleno de tierra que se confundía con el paisaje. Entre tanta tierra se dibujaba su sonrisa. La de un nene inquieto y lleno de alegría que me llena el alma cada mañana. Qué alegría me da que Tahiel, de a poco, se vaya integrando plenamente a Magia en el Camino.
Queremos agradecer nuevamente a Andes Líneas Aéreas por permitirnos llegar a Salta y a Jujuy y a Luis y a Ismael por el gran apoyo que nos dieron con el proyecto.
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