Revista Maternidad
No hace mucho tiempo, mis besos eran mágicos y capaces de curar cualquier golpe o arañazo que mi hija se hacía. Me sentía como una superheroína de cómic capaz de salvar a medio mundo sin apenas pestañear ni despeinarse ( eso si, nada de trajes apretados de lycra ni capas, que no van con mi estilo bastante más sofisticado )
Después, la magia paso a las tiritas. Cualquier mínima heridita, por minúscula que fuera, se curaba en 10 minutos poniendo una tirita. Ya ni os cuento si esa tirita era rosa y de princesas Disney, que entonces parecía triplicar su poder curativo!!!. Llegó un momento que, aunque no hubiera herida, mi hija insistía en que tenía pupa para poder lucir orgullosa la tirita en su dedo, rodilla, frente o cualquier otro lugar que se terciara en ese momento.
Y ahora, últimamente, la magia en casa la hace la barrita de Arnidol. Desde que empecé a usarla de forma más frecuente hará cosa de unos meses, es sacarla y parar de llorar rápidamente.
Mi hija sabe que al aplicarle el stick en la zona golpeada, le mejora el dolor, así que, simplemente, cuando se cae, solo tengo que susurrarle las palabras mágicas: quieres que te ponga la barrita de Arnidol? Y ella, mientras va disminuyendo la intensidad de su llanto, me dice que si y se calma por completo.
Ya véis, las madres tenemos superpoderes, aunque a veces, sean tan simples como un beso, una tirita o una barrita de Arnidol.
Y ahora, os toca a vosotras confesar ¿ Cuales son vuestros superpoderes curativos con vuestros pequeños ?