Parece que en los últimos tiempos, la fiebre por los proyectos de mejora en el ámbito asistencial basados en herramientas 2.0 está cambiando. Nadie cree en varitas mágicas, pero también es cierto que pocas organizaciones apuestan claramente por ellas. Nos hacen chiribitas los ojos ante las novedades tecnológicas, pero las iniciativas de los últimos años, muchas de ellas adecuadamente evaluadas, siguen en la cola, esperando su turno. y mientras, las personas más entusiastas, con ilusión y con buenas ideas, siguen llamando a la puerta de la institución. Menos mal que la ilusión es contagiosa.
Pero es cierto que a nivel de los centro o de los servicios de salud, los directivos y los políticos siguen mirando a la salud digital con mirada dubitativa. Curiosamente, aunque en muchas ocasiones es la propia tecnología la que dificulta su implantación en las grandes organizaciones, hay un buen número de problemas relacionados con las personas que conviene recordar. Aquí algunos de ellos:- Estar en la cresta de la ola (sesgo del brillo 2.0). El amor 2.0 es fugaz, las cosas son así. Las herramientas y proyectos que en 2016 nos impactaron, en 2017 ya eran parte del pasado. Nos encanta ser embajadores de lo último (innovadores y early adopters), y nadie quiere ser uno más de lo penúltimo. - Resistencia (sesgo del pata negra). Nos hemos creído que las ventajas de la tecnología eran suficientes para convencer a los profesionales y hacerles cambiar su forma de trabajar. Y nada de eso... La costumbre y los ritos siguen siendo elementos fundamentales del mundo sanitario y el cambio es lento, casi desesperante. Hay que seguir, no parar.- Implementación (sesgo de los preliminares). Pasa con las guías de práctica clínica, con los procesos, y con todo: somos muy buenos en la fase de diseño y preparación de un proyecto, pero la implementación y puesta en marcha pensamos que no necesita tanto esfuerzo y zasca... Y con todo lo relacionado con internet y las nuevas tecnologías ocurre eso, no se logra transmitir la ilusión desde el proceso de creación hasta el proceso de difusión, y más en proyectos globales que abarcan toda la organización.- Todo por la pasta. Cuidado con los charlatanes que tienen ilusión solo cuando hay dinero a la vista. Son muy pocos, pero existen.- Los de arriba (sesgo de la corbata). No hemos sabido conectar con los que mandan, bueno, o al menos no hemos sabido explicar la utilidad de la tecnología. Todos los planes, estrategias, etc. incluyen una referencia a las herramientas 2.0 pero hay pocos (muy pocos) proyectos serios, salvando la historia clínica electrónica que lleva muchísimos años en marcha(*).- Los de arriba (2). Otra opción es que no han querido, y cuando hay otras prioridades, poco se puede hacer. Aunque es cierto que financiación para estos proyectos siempre ha existido, bien procedente del Ministerio o de proyectos europeos (por ejemplo, Galicia ha sabido aprovechar muy bien ese impulso financiero).- Nuevo entorno (sesgo del cambio que camina en círculos). En muchos casos, el propio sistema sanitario no ha sabido reaccionar ante un nuevo tipo de paciente y un nuevo marco de relación entre la sociedad y la sanidad. Pero hay que reconocer, que ese cambio no ha sido tan veloz y tan radical como inicialmente se pensó. Seguramente nos dejamos llevar, y solo escuchamos a los que piensan como nosotros.- La parte humana (sesgo de lo esencial). La base del modelo sanitario actual es la relación entre el profesional y el paciente. La tecnología puede ayudar, mejorar, agilizar, pero no sustituir esa relación, y la salud digital nunca puede olvidarlo.Sin embargo, es innegable que la tecnología es el gran cambio de las últimas décadas. Bien sea por la información, por la comunicación, por el aprendizaje, por las conexiones y por la capacidad de encontrar espacios comunes para mejorar, todo lo relacionado con la web 2.0 y la salud digital se merece que sigamos con la misma ilusión: pensando, trabajando, colaborando, lanzando nuevos proyectos. Y también evaluando los viejos proyectos, claro.(*) En relación a la historia clínica, el ministerio puso en marcha en 2007 el proyecto de Historia Clínica Digital del SNS, al que tenían que incorporarse todas las comunidades autónomas. La última, ya en 2017, ha sido Cataluña. Han pasado diez años...