Revista Opinión

Magufos. Hace 15 años: 9 de agosto de 2005

Publicado el 09 agosto 2021 por Cronicasbarbaras

Magufos.

Hace 15 años: 9 de agosto de 2005

Empezamos de broma preguntando por el signo del zodíaco de nuestro interlocutor y terminamos consultando a un brujo caribeño que nos dirá que tenemos un familiar enfermo. Claro, siempre hay un familiar enfermo.
En España aumentan asombrosamente quienes se toman en serio a los augures. Estamos volviéndonos magufos, palabra que viene de la mezcla de mago y creyente de los UFO u ovnis.
Desde el romanticismo todo narrador tiene que escribir alguna historia de fantasmas o de vampiros. En España, y aparte de Gustavo Adolfo Bécquer, los especialistas más prolíficos fueron los gallegos, aunque la electricidad les apagó la Santa Compaña.
Pero llegan magos africanos y latinoamericanos que ayudan a renovar el folclore, y ahora numerosos políticos y profesionales, religiosos y ateos, consultan con estos adivinos que han dejado sin trabajo a las gitanas lectoras de manos.
Brujas y magos viven ricamente de hacer creer que la literatura puede volverse realidad, y en Bélmez van a crear un terrorífico parque de atracciones con sus caras de cemento. Los fantasmas son negocio, y el Castillo Hearst, en California, tiene unos monjes aulladores españoles que asustan mucho. El editor los compró como parte de las ruinas de una iglesia catalana que se llevó a su mansión, tan bien recreada por Orson Welles en Citizen Kane.
Para los magufos, los brujos siempre aciertan. Dicen cosas tan obvias como que uno tiene que morir. Prevén acontecimientos que le extraen hábilmente al pagador conversando con él.
Hay un blog de agnósticos, http://magonia.blogspot.com/, que demuestra que ningún adivino anunció nunca hechos verdaderamente importantes e imprevisibles, como terremotos, maremotos o atentados terroristas. Ni siquiera un resultado de fútbol más allá de la ley de probabilidades. Y, desde luego, nunca la lotería.
Sorprende que, conforme hay menos sacerdotes tradicionales, la gente se vuelve más magufa y vaya a confesarse con los párrocos de brujería.
Tales inspiradores espirituales pretenden ahora expedir un carné profesional acreditativo de la honorabilidad de sus saberes para ejercer el camelo: terminarán creando una carrera universitaria, como la que tiene el magufo más solicitado, que es argentino y dice ser sicólogo.


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