Hay artistas que se expresan en un idioma construido a partir del de todos sus predecesores. Hay discos que condensan el aroma de los clásicos. Hay música que contiene todas las músicas. Así es Maika Makovski, la artista, su disco y su música. Maika, mallorquina con sangre andaluza y macedonia que ha vivido en Nueva York y siempre vuelve a Barcelona.
Puede que la presencia de Parish en los controles dispare las comparaciones con PJ Harvey. Seguro que los comparadores fallan el tiro. Como Polly Jean, Maika es una mujer que compone, canta, toca la guitarra y el piano, una tía con carácter que hace canciones como sólo se deberían hacer: con pasión e intensidad. Hija de Vangel Makovski, un multiinstrumentista afincado en Palma, Maika se ha alimentado con música. Y, por lo que cuenta, siempre le ha gustado comer de todo. Lo misma cita a Stooges, Damned, The Cramps o Dead Moon que habla del Son House, Skip James y otros clásicos del blues del Delta. A veces confiesa que Prince es “una de las paredes maestras de mi caja de música” pero siempre deja hueco en esa virtuosa caja de Pandora para Neil Young, Ike & Tina Turner o Serge Gainsbourg. Quizá nada de eso suene de forma evidente en las canciones de su tercer trabajo y, sin embargo, todo está ahí, escondido en algún lado para sugerir a tu subconsciente que éste es uno de esos discos que seguirá en la banda sonora de tu vida dentro de diez años.
Maika canta a hombres sin sangre en las venas (No Blood) y a tipos por los que desangrarse (The Bastard And The Tramp, Oh M Ah), maúlla para reivindicar el amor volcánico (Lava Love, The Deadly Potion Of Passion) y reniega de ese otro amor que no es tal sino droga mal cortada (Game Of Doses), se arrodilla ante el diablo (Devil Tricks) y suspira por la vida en el campo desde los rascacielos de Manhattan (City Life).
Maika ha encontrado el destino de un viaje que empezó ganando el Festival de Pop Rock de Palma de Mallorca con 15 años. Dando pisadas con botas de punta de acero punk en su primer disco, “Kradiaw” (2005), y con zapatos de bailarina en “Kraj So Kóferot” (2007). Reuniendo a los mejores compañeros de travesía posibles (David Martínez a la batería, Juan Carlos Luque al bajo y la percusión y Oskar Benas a la guitarra, el banjo y los coros) y conquistando con ellos escenarios de todo el mundo. Maika Makovski ha destilado su esencia y, con ella, la de toda la buena música. Por eso ha llamado su disco con la única definición posible: “Maika Makovski”, presentado en 2010, ha sido grabado y producido por John Parish en Bristol y Bath.
DISCOGRAFÍA
Kradiaw (2005)
Kraj So Kóferot (2007)
Maika Makovski (2010)
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