Revista Cultura y Ocio

Maimónides: el médico cordobés de Saladino

Por Manu Perez @revistadehisto
Tiempo de lectura: 8 minutos

Moshe ben Maimon, Maimónides, nació en Córdoba en el año 1135, nada hacía pensar en aquel momento que moriría 69 años después tan lejos de su patria, en El Cairo.

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Su padre era juez y miembro del tribunal rabínico de Córdoba y pertenecía a una ilustre familia que decía descender del rabí Jehuda Hanasí que había redactado la Mishna. (La Mishná es la compilación de la leyes judías que se trasmiten por tradición oral o rabínica mientras que la Torá son las leyes escritas y el Talmud se puede decir que es un extenso código civil y religioso que comprende  narraciones bíblicas, costumbres y tradiciones hebreas).

Maimónides: el médico cordobés de Saladino

Su madre, muy hermosa, era de origen humilde y aquel matrimonio no cayó bien en la familia, pero el problema dejó de existir muy pronto porque su madre murió al nacer Maimón, su padre, desconsolado e incapaz de educar solo al niño, volvió a casarse en poco tiempo.

Desde muy pequeño fue iniciado en el Talmud pues se esperaba de él que fuera  en el futuro un dirigente rabínico tan importante como su padre ya que  en Córdoba y en Lucena había una floreciente y rica comunidad judía.

Sus años infantiles fueron felices, los musulmanes y los hebreos vivían en paz en la tranquila Córdoba, pero al cumplir  los trece años todo cambió, el poder de los almorávides pasó a manos almohades y éstos eran mucho más intolerantes y fanáticos: toda la familia hubo de convertirse al Islam si no querían ser desposeídos de todos sus bienes, pero aún y así eran vigilados constantemente, había algunos judíos  cuya conversión no era sincera y que practicaban en secreto su religión, los vecinos eran muchas veces sus delatores para sacar  un  provecho económico de aquella situación.

Era difícil vivir en aquel ambiente de persecución y terror y la familia decidió dejar Córdoba y probar fortuna en otras ciudades de España, incluso llegaron hasta Provenza, pero no encontraron en ningún sitio una cálida acogida, al final se instalaron en Almería, esperando encontrar alguna paz.

Pero la intolerancia  religiosa  en Almería era similar a la de Córdoba o peor,  hasta el punto que su padre tuvo que esconder  en su casa al filósofo Averroes  que había sido cadí de Sevilla y era  un devoto musulmán, pero que había tenido la osadía de estudiar y divulgar  la filosofía del griego Aristóteles, eso hizo que fuera desterrado por ser un traidor al Islam y que sus obras fueran prohibidas.

Al final su padre, cansado de la persecución religiosa que sufrían decidió trasladarse a Fez, para entonces Maimónides tenía un hermano llamado David  y una hermana,   su padre  y él  aprovecharon su estancia allí para estudiar con el rabino Jehuda ibn Sossam protegido  por el cadí de Fez, parecía que al final habían encontrado la paz.

Maimónides  no sólo se dedicaba a los estudios religiosos, también estudiaba Medicina y Ciencias, la geografía  y la botánica eran sus preferidas  y estudió la flora de Fez durante  los  cinco años que  vivieron en la ciudad.

Pero también aquí la intolerancia  religiosa hacia los judíos fue en aumento,  la convivencia era cada vez peor, un amigo les avisó de que serían apresados en  pocos días igual que otras familias judías y se aprestaron a huir, una noche, al abrigo de la oscuridad, toda la familia  embarcó  en una goleta y se dirigieron a Palestina, fue una buena decisión porque pocos días después Ibn Sossam fue delatado, torturado y ejecutado.

Acre, la tierra de sus antepasados, les recibió amablemente, los cristianos dominaban la ciudad y la convivencia entre las tres religiones era pacífica, pero la comunidad judía en aquella ciudad era pobre y poco intelectual, nada se podía  esperar de ellos y su padre decidió viajar a Alejandría.

La ciudad ya no era la capital de Egipto pero su comercio la había hecho muy rica y la comunidad judía era muy influyente, su estancia en Alejandría hubiera sido feliz si su padre no hubiera muerto  al poco tiempo de llegar.

Maimónides era el hermano mayor y por lo tanto era él el que debía hacerse cargo  del sustento de todos, pero Maimónides sólo quería estudiar y no entendía de negocios, no sabía cómo invertir el dinero heredado.

Su hermano David resolvió el problema: invertiría la herencia paterna en piedras preciosas que compraría en la India y vendería en Europa, estuvo de acuerdo, aquel era un buen negocio y su hermano un hábil comerciante, así que Maimónides siguió estudiando y preparando su libro: un comentario sobre  la Mishna y David partió a la India, durante cuatro años su hermano viajó activamente y el negocio prosperó , tanto que  los amigos también invertían  ahora su dinero en los negocios de la familia Maimón.

Maimónides se trasladó a Al Fustat (el viejo Cairo)  donde residía el  Nagib, jefe supremo de los judíos y acabó  de escribir su libro: El libro de la elucidación, que ayudaría al estudio y la comprensión de las leyes hebreas.

Pero aquel libro al que había dedicado diez  años  de esfuerzos y estudios pasó sin pena ni gloria  entre los rabinos de aquel momento, su filosofía estaba impregnada de ideas aristotélicas y a los  judíos ortodoxos no les gustaban aquellas novedades peligrosas  y para colmo su libro estaba escrito en árabe y no en hebreo como debía haberlo escrito un buen judío,  aquel trabajo que más tarde sería apreciado  fue entonces  una decepción.

Pero todavía  quedaba una desgracia mayor por llegar: cuatro años después de la muerte de su padre  murió su hermano David,   su barco naufragó en el Índico y él se ahogó, la buena situación de la familia se vino abajo.

Cayó entonces en una depresión profunda,  él era el jefe de la familia, tenía que mantener a su propia familia, a la viuda  de su hermano y a sus hijos y hacer frente a las deudas del negocio familiar, nunca había trabajado, su vida había estado dedicada al estudio, no sabía qué hacer,  durante un año estuvo en  cama esperando que la muerte le librara de aquel tormento, incluso su corazón se resintió.

Su mujer no podía consolarle, tenía  que  trabajar en algo, había que comer, le decía, podía ejercer de rabino y ganarse la vida, pero Maimónides  se negaba a hacerlo, no quería cobrar por trabajar para la comunidad que era para lo que había estudiado toda la vida porque  eso debía hacerse sólo por tradición familiar.

-Entonces levántate de esa cama y trabaja como médico, hazlo siquiera por nosotros- exclamó su mujer desesperada.

Era mejor trabajar que llorar, así que le hizo caso y puso una pequeña consulta en Al Fustat.

Poco a poco  se fue haciendo conocido y su fama se extendió  entre la gente adinerada, aunque  la verdad era que  no ganaba mucho dinero porque  trataba igual a la gente que podía pagarle como a los pobres que no le  pagaban nada.

Un día le llamaron del palacio, una de las mujeres de Al  Adil, el hermano de Saladino, estaba enferma, Maimónides la curó y Al Adil se quedó impresionado por sus profundos  conocimientos.

Cuando su hermano Saladino tuvo uno de sus accesos de malaria Al Adil llamó a Maimónides que le preparó unas hierbas, (posiblemente artemisia, un remedio de origen chino, que era el único conocido) y le recomendó que usara una fina gasa como mosquitero rodeando su cama.

Saladino curó en poco tiempo y como agradecimiento nombró al “sefardí“, apodo por el que muchos le conocían, médico de la corte, porque Maimónides presumía orgullosamente de ser de Sefarad (España en hebreo) y de llevarla siempre en su corazón.

Desde entonces  ya no tuvo depresión por el simple hecho de no tener tiempo para volver a pensar en ella, todas las mañanas desde muy temprano se desplazaba a palacio, atendiendo a Saladino, a su familia y a sus nobles, cuando llegaba a casa a media tarde, hambriento y cansado, comía  un poco y  trataba de dormir media  hora, después pasaba consulta a sus propios pacientes hasta la noche, el sábado se entregaba al estudio y la oración, era una vida que le agotaba.

Ahora era famoso, la gente acudía a visitarlo porque tenía una extraña manera de diagnosticar: miraba a la gente, les dejaba hablar un poco y luego escribía su diagnostico y el tratamiento y se lo entregaba al paciente, una de las veces uno de ellos, que no estaba enfermo y que pensaba que su forma de diagnosticar era un engaño, se presentó ante él para que le curara, Maimónides le miró un momento, luego le escribió una nota y se la dio.

“No tiene nada, coma un poco, sólo  tiene hambre”, 

le había escrito.

O sea, el moderno

“de jarabe de nada, tres cucharadas al día”

Saladino admiraba sus grandes conocimientos y siempre quiso tenerlo a su lado, nunca tuvo una buena salud y a las heridas que todo guerrero sufría había que añadirle la malaria muy común entonces y sus secuelas: anemia crónica,  hipoglucemia, fallo renal o malaria cerebral , sin contar con las fiebres tifoideas o la disentería también frecuentes.

Tras el acuerdo firmado con Ricardo Corazón de León que dio fin a la tercera cruzada,  Saladino dejó el Cairo,  ya no era el valiente guerrero vencedor de los cruzados sino un hombre agotado y enfermo, sabía que moriría pronto y quería hacerlo en la tranquila Damasco.

Maimónides estuvo a su lado hasta el momento de morir,  Saladino sólo tenía cincuenta y cinco años.

Saladino  presentó un cuadro de fiebre alta,  dolor abdominal, cefalea e inflamación de bazo e hígado, antes de dos semanas había muerto, el diagnóstico podía ser  compatible con malaria cerebral o fiebre tifoidea, aunque no parece que presentara las manchas en la piel típicas de la fiebre tifoidea.

En el momento de su muerte el tesoro real estaba vacío por lo que hubo que pedir prestado el dinero para comprar lo necesario para preparar su cuerpo y también el sudario y el ataúd.

Maimónides  escribió diez tratados de medicina , entre ellos un “ Tratado sobre los venenos y sus antídotos” que dedicó a  su señor Saladino, también escribió tratados sobre el asma y a petición de un sobrino de Saladino, una guía sobre las relaciones sexuales y cómo aumentar la potencia sexual.

Maimónides murió en El Cairo, le lloraron por igual judíos y musulmanes y las autoridades declararon un día de luto por su muerte. Siempre dijo que quería ser enterrado en su amada Israel por lo que  más tarde se trasladaron  sus restos a Tiberiades.

Su tumba tiene este epitafio:

“De Moisés a Moisés (Maimónides), no hubo nadie comparable a Moisés”

Autor: Níssim de Alonso para revistadehistoria.es

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Bibliografía:

1- HISTORIA Y VIDA. SALADINO VISTO POR LOS SUYOS.

2- STEPHEN.J.GLUCKMAN. DE QUÉ MURIÓ SALADINO.

3- HISTORIA DE ESPAÑA . MAIMÓNIDES.

4-STEVEN ROUNCIMAN. HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

5- AMIN MAALUF. LAS CRUZADAS VISTAS POR LOS ÁRABES.

Parte Foto Portada: De Maimonides (text); Isaac (copist), Matteo di Ser Cambio (illumination) – The National Library of Israel Collections, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=38313911

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