Pues aquí que llega ya sin más demora la 2ª entrega de este A pares XLIII. Se ve que me he contagiado de las entregas de las series de las que forman parte tanto la novela de la reseña anterior como ésta. Dice Jonathan Franzen en un artículo que me ha gustado mucho sobre esta novela, y que recupero al final de esta reseña, que no todos los días vamos a leer a Faulkner o a Henry James. Hay días, prosigue el estadounidense, que estamos mal, que nos duele la cabeza, que no queremos pensar demasiado, que sólo queremos puro y sano entretenimiento. Pero, y esto ya lo añado yo, un entretenimiento de calidad, que al tiempo que deleita enseña, que hace que la panda de personajes que habita en esas páginas acaben siendo amigos de uno. Sí, esta pareja de suecos que escribieron la serie de Martin Beck a cuatro manos son unos auténticos artistas del noir, unos clásicos de la novela negra contemporánea y se merecen reseña diferenciada.
Maj Sjöwall y Per Wahlöö: "El policía que ríe"
de la serie del inspector
Martin Beck creada por jöwall y Per Wahlöö, es una muy entretenida historia que he leído con muchísimo gusto. Maj S El policía que ríe, cuarta novela Martín Beck y sus compañeros policías investigan durante los dos últimos meses de 1967 y las primeras semanas de 1968 una incomprensible matanza del conductor y los viajeros que ocupaban la planta inferior de un bus de dos pisos que a las once y media de una noche del mes de noviembre hacía su ruta habitual por Estocolmo. Para la resolución del crimen el inspector y sus colegas de profesión habrán de remontarse al asesinato de una prostituta portuguesa ocurrido quince años atrás. El caso de la portuguesa aparecida muerta y desnuda en una cuneta en 1952 quedó sin resolver entonces; quizás ahora su asesino, piensan en la comisaría de Martin Beck, tema que el caso se reabra; quizás ahí resida la clave para la resolución del caso. ¿Si? ¿No? Como en toda novela de intriga nada más cabe decir aquí para no romper la magia de su lectura.Sí que se puede decir lo muy interesante que es el fondo histórico de esta narración donde aparece la guerra de Vietnam, el presidente norteamericano Lyndon B. Johnson, y las manifestaciones antibelicistas que en todo el mundo -también en Suecia, claro- se están produciendo durante esos años contra la barbarie de una guerra que duraba ya demasiado tiempo y que no tenía visos de finalizar próximamente.
Aunque el suceso investigado sucede en noviembre su difícil resolución hace que nos metamos en plena época de Navidad. Por ello se cuelan en el relato no pocas tradiciones suecas propias de estas fechas: bebidas como el glögg o encontrar la almendra escondida en el arroz con leche, que se sirve obligadamente en el bufé navideño, son algunas de ellas; pero también la consumista costumbre del regalo -no exclusiva de Suecia, por cierto- que los autores critican abiertamente. Entre los regalos que recibe el protagonista de la novela se encuentra un tema musical de mucho éxito años atrás; su título ' El policía que ríe ' hace muchísima gracia a los hijos de Martin Beck, si bien a él no le hace ninguna, aunque como a un padre se le supone soporta serio el regalo. ¿Para qué sirve esta anécdota sobre el mal carácter del inspector y la para él poco divertida vida familiar que lleva? Para esclarecer la matanza parece que para nada salvo por el hecho de que Charles Penrose el cómico disfrazado de policía que ríe y ríe mientras canta esta canción murió en 1952, precisamente el año en que esa prostituta portuguesa... Paree una anécdota menor, pero en ella está el germen de la resolución del caso; de ahí que los autores dieran a toda la novela el título de dicho tema musical.
jöwall y Per Wahlööson tenidos por los creadores de la novela negra nórdica contemporánea. Desde luego en ésta que comento y también en la que reseñé en el blog hace dos años, Roseanna, los autores radiografían la sociedad de su país. Las descripciones que realizan de Martin Beck y de sus compañeros de fatigas le sirven a jöwall y Per Wahlöö para dar una imagen certera, profunda y crítica de Suecia durante esos años 60 del siglo XX: su amigo Lennart Kollberg, los agentes de radiopatrulla Kristiansson y Kvant ("Kristiansson y Kvant eran de Escania y su instinto para ordenar las palabras dentro de la frase dejaba bastante que desear"), el memorioso, serio y metódico Fredrik Melander, los refuerzos llegados de fuera de Estocolmo ( Månsson, de Malmö; Gunnar Ahlberg, de Motala), Rönn, Larsson ("Rönn, con su nariz roja, que era una medianía en todos los sentidos. O de Gunvald Larsson, capaz de aterrar a cualquiera con sus proporciones descomunales y su intensa mirada, y que además se sentía orgulloso de ello. O incluso de él mismo, el gangoso Martin Beck"), el forense Hjelm..., sin olvidar, naturalmente, al asesinado en la matanza del autobús Åke Stenström ("Åke Stenström, subinspector de la Brigada Nacional de Homicidios, uno de los colaboradores más jóvenes de Martin Beck").
La visión que transmiten sobre su país, sobre Europa, sobre el mundo en último término no es positiva para nada. Para ellos el mundo salido de la segunda guerra mundial con la división en dos bloques antagónicos que se amenazan constantemente con exterminarse no les gusta. Ellos dos, militantes en el partido comunista sueco, no disfrutan con el país que les ha tocado en suerte (véase la cita inicial de esta reseña). Por eso todo lo referido en la novela al contexto social, e incluso geográfico o climatológico, es negativo. Jonathan Franzen, el autor de Libertad entre otros títulos, remarca que en El policía que ríe la pareja de escritores no dicen sobre Suecia más que cosas negativas. Del artículo de Franzen extraigo el siguiente párrafo que suscribo plenamente:
"El tiempo era horrible", nos informan los autores en la primera página de El policía que ríe. E igual de horrible seguirá siendo durante toda la obra. El suelo de la jefatura de policía "aparecía cubierto de suciedad", y quienes lo ensuciaban estaban "empapados de sudor y lluvia". La acción de uno de los capítulos se desarrolla durante "un miércoles repulsivo". Otro comienza: "Lunes. Nieve. Viento. Un frío de todos los demonios". Y lo que vale para el tiempo vale también para la sociedad en general. La visión negativa que tienen Sjöwall y Wahlöö de la Suecia de posguerra, tema recurrente en todas sus novelas, alcanza extremos delirantes en El policía que ríe. El invierno sueco es indefectiblemente un asco, los periodistas suecos son indefectiblemente sensacionalistas y estúpidos, las caseras suecas son indefectiblemente racistas y codiciosas, las autoridades policiales suecas miran indefectiblemente por su propio interés, la clase alta sueca es indefectiblemente decadente o depravada, los manifestantes pacifistas suecos son indefectiblemente perseguidos, los ceniceros suecos están indefectiblemente llenos a rebosar, el sexo en Suecia es indefectiblemente sórdido o repulsivamente crudo y las calles suecas en período navideño constituyen indefectiblemente una pesadilla."
Imposible superar tan certero análisis del autor de "Abrió la novela de Övre Richter-Frich que por entonces estaba leyendo Las correcciones y de Libertad entre otras importantes novelas suyas. Tan sólo se me ocurre para cerrar esta reseña referirme al toque culturalista que la pareja de suecos autores de esta narración incluyen en ella. Me ha llamado la atención el título de los libros que Martin Beck lee al despertar o llegar a su casa: [...] "Martin Beck se despertó temprano, pero permaneció en la cama, leyendo el libro sobre el Graf Spree". Övre Richter-Frich fue uno de los escritores de novelas policiacas más populares de Noruega durante el período de entreguerras; Maj Sjöwall y Per Wahlöö nacidos respectivamente en 1935 y 1926 serían lectores de este autor y con esto le homenajean como en su opinión se merece.
Es evidente que estos dos suecos han bebido, han leído y han crecido en las novelas de los clásicos norteamericanos del hard boiled y de la novela negra. Lo que ellos hacen es transmutar a su realidad sueca los elementos de estas historias. De ellos yo destacaría especialmente el elemento crítico con su sociedad. Maj Sjöwall y Per Wahlöö son muy duros con la realidad de su propio país, no se andan por las ramas. Critican el racismo que existe en no pocos de sus compatriotas y también la dureza con la que la policía reprime las manifestaciones a favor del FLN argelino que en esos años está librando una guerra con Marruecos y dentro del propio partido que gobierna el propio país:
- Racismo: "Månsson le preguntó qué opinión tenía de Mohammed, ella respondió: -Pues la verdad es que era realmente agradable para ser árabe. Suelen ser tan sucios y tan poco fiables." (la sra Karlsson, esposa de uno de los asesinados en el autobús)
- La represión policial: "La mañana del jueves 21 de diciembre, ser policía era cualquier cosa menos agradable. La tarde anterior, en mitad de la ciudad y en plena histeria navideña, un ejército de agentes del orden, uniformados y de paisano, se había enzarzado en una caótica y espectacular trifulca con los numerosos obreros e intelectuales que salían de un acto de apoyo al FLN en la Casa del Pueblo."
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Con El policía que ríe relleno la letra W del Reto Autores de la A a la Z. También, al ser una novela aparecida en 1968, incluyo este título entre los correspondientes al Reto Nos gustan los clásicos.