me hablaba del amor, como del nacimiento de un río,
en el vientre de la cumbre de los milagros.
allí, donde la montaña no sabe de besos sedientos de agua clara.
no conoce boca que le ore, que le solicite.
allí, donde el latir del corazón, pierde cadencia
y el mal de altura, agota cualquier posibilidad de alcanzar la cima.
Fotografía, Malena Anguera.