Mal de amores

Nunca me canso de preguntar. Siempre quiero saber más sobre mis antepasados, quiénes o cómo eran y qué hacían, así pues no es de extrañar que en mi estantería haya más de una novela cuya trama gira en torno a varias generaciones de una misma familia ya que me atraen muchísimo este tipo de obras. La que hoy nos reúne es una de ellas. La firma Cristina López Barrio y su nombre es La casa de los amores imposibles.
La historia empieza con Clara quien vive con su madre, una mujer con fama de bruja en el buen sentido de la palabra, en las afueras del pueblo. La muchacha pronto caerá rendida a los pies de un joven terrateniente andaluz que la dejará embarazada y con la miel en los labios.
Su madre ya se lo había advertido: no debía enamorarse porque ninguna mujer Laguna tiene derecho al amor, está condenada al fracaso sentimental, a la traición del hombre por el que se derriten sus huesos. Por si esto no fuera poco, además, siempre de dichas relaciones nacerán mujeres, nunca varones, que estarán condenadas a padecer mal de amores. 
Clara, movida por sentimientos de venganza, decidirá poner en marcha un burdel que castigará aún más si cabe a las mujeres de la familia. Será el principio del comienzo. Conoceremos a su hija, Manuela, a su nieta, Olvido, a su biznieta, Margarita, y a su tataranieto, Santiago, que será el primer hombre de la familia, la persona en la que confiarán para romper la maldición. 
Creía que conoceríamos al chico al principio de la novela pero el "encuentro" entre lector y personaje se produce cuando uno lleva más de la mitad de la obra leída. 
La madre de Clara es la que menos protagonismo de todos ellos tiene, mientras que su hija, a pesar de desaparecer relativamente pronto, siempre estará presente.  El peso de la historia prácticamente se reparte entre Manuela y su primogénita, Olvido.
La novela tiene grandes cantidades de amor, traición, celos, rabia, envidia, mentiras, odio, rencor y, sobre todo, venganza pero también en sus páginas encontramos una pizca de magia pues la familia Laguna tiene el don, por así decirlo, de hacer crecer las plantas y las flores. Asimismo, todos ellos cocinan de maravilla, vamos que se te puede hacer la boca agua leyendo los platos que preparan. En este sentido, tanto uno como otro elemento, me han gustado.
Ese toque mágico me recordó muy por encima a Los hilos del corazón, novela que disfruté muchísimo, aunque en la escrita por Carole Martínez este ingrediente tiene un protagonismo mayor.
Por otro lado, hay escenas que me han resultado desagradables. Todas ellas están relacionadas con los insectos y los gallos.
En lo que a la portada se refiere, aunque me gusta mucho cambiaría, ahora que he leído la historia, los animales por las flores ya que las últimas tienen más "peso".
En un principio, cuando aún no llevaba mucho leído, me trajo a la memoria también la trama de Las cien voces del diablo pues comparte con ella ciertos elementos, entre otros que las protagonistas son mujeres y que el sexo, el erotismo más bien, está más que presente. 
Sin embargo, conforme avanzaba páginas el parecido se perdía pero guardo esa sensación de semejanza porque al final, esta novela me ha parecido lo mismo que la firmada por Cabrera Vivanco. Quizá en parte tenga yo la culpa pues sabía que iba a recordarme a ella y aún así la empecé casi justo al acabar la anterior, cuando aún tenía en mi paladar su sabor. 
Sea como sea, ya nada hay para remediarlo. No he logrado conectar con ella y oye, me hubiera gustado hacerlo porque creo que existe ese "algo" solo que no termina de romper. Ha despertado mi curiosidad pero cuando llevaba cerca de la mitad, tiene quinientas páginas más o menos, y aunque nunca es tarde si la dicha es buena, la espera ha sido larga y un tanto tediosa.
Esta es la primera novela destinada a un público adulto que escribe la autora así que no descarto leer otros libros de ella calificados como juvenil. ¿Quién sabe? Quizá los demás consigan conquistarme. ¡Saludos devorador@s! 
Agradecimientos RHM