Revista Educación

Mal de escuela (danniel pennac)

Por Ceci
“¡Hala, mal de escuela, piensa el profesor, desproporción, desproporción, un malestar probablemente desproporcionado!

Mal de escuela

Daniel Pennac

Seguramente no sea este el lugar más propicio para hacer esta declaración, al menos, sin herir susceptibilidades. En cualquier caso, ahí va: no creo demasiado en la pedagogía. Hay, por supuesto, buenos y malos profesores pero poco tiene que ver en ello la eventual formación psicológica y pedagógica que hayan podido recibir. Se lo dice una sufrida e indignada alumna del ya desaparecido CAP (Certificado de adaptación pedagógica), requisito imprescindible durante décadas para acceder a la docencia en Secundaria. Me harté entonces de escuchar a teóricos de la pedagogía que, pagados de sí mismos, nos proyectaban en pueriles transparencias aquello de “enseñar a enseñar”, “enseñar a aprender”, “aprender a enseñar” y “aprender a aprender”, soltaban perlas como que “estructura mental” era una secuencia redundante porque “todo lo mental está estructurado” -sin comentarios-, y criticaban la ortografía de sus alumnos universitarios para después hacernos comprar y leer manuales plagados de párrafos agramaticales y de esas mismas faltas ortográficas.

Sin embargo, me gusta leer sobre educación, aunque no a “pedagogos profesionales” sino a profesores de verdad, de los que se han pasado años bregando incansablemente con sus alumnos. Un par de ensayos sobre el tema de C. S. Lewis, contenidos respectivamente en De este y otros mundos y La abolición del hombre, contienen más y más lúcidas verdades que todas las bagatelas bienintencionadas pero vacuas que escuché durante aquellos meses.

Lo mismo puede decirse, creo, de este Mal de escuela que hoy me trae aquí y que su autor, Daniel Pennac, escribe con todo el amor del mundo como homenaje a la figura del “zoquete”, de los que por las clases del mundo son y están y del que él mismo fue años ha. Con todo, “llegó”, es decir, salió adelante. ¿Cómo? Merced a un puñado de figuras salvadoras, tres maestros de matemáticas, historia y filosofía, respectivamente, que con su vocación, respeto y amor convirtieron al “zoquete” que él era en alguien capaz de aprobar el examen de Bachiller, acceder a la Universidad y terminar incluso un Doctorado; y en alguien, sobre todo, que regresó a las aulas para contribuir, a su vez, a rescatar a otros “zoquetes”. Eso es lo que relata este Mal de escuela con inteligencia y lucidez pero también, me temo, un cierto exceso de lirismo e intensidad -y también de tropos- que una intuye que no refleja del todo la diaria realidad de las aulas.

MAL DE ESCUELA (DANNIEL PENNAC)


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