Ayer no fue el mejor día de la Oposición en un Pleno Extraordinario del Congreso convocado para pedirle aclaraciones a Mariano Rajoy sobre el caso Gürtel.
Haciéndose el ingenuo a la vez que disparaba bombas de fragmentación dialéctica el presidente del Gobierno demolió a sus adversarios: los verdaderos ingenuos resultaron los convocantes, mientras él se limitó a usar su retranca, que es la sagacidad disfrazada de inocencia.
Hace dos semanas que se producían los atentados de Barcelona y Cambrils en los que los yihadistas asesinaron a 16 personas e hirieron a un centenar, lo que hacía poco oportuna una sesión tan excepcional sobre casos de corrupción de hace más de una década, aunque sus beneficiarios estén juzgándose todavía hoy.
Podemos pidió convocar esta sesión para repetir la comparecencia de Rajoy como testigo en la Audiencia Nacional sobre ese caso Gürtel, tan publicitado.
Fue apoyada por el resto de la Oposición, incluido Ciudadanos, para no parecer cómplice del PP negándose a ella, aun sabiendo que era reiterativa y que terminaría en un mitin del investigado.
Lo peor fue que los convocantes no tuvieron agilidad política para retirar la demanda del pleno a la vista del verdadero interés actual: el terrorismo islamista, nacido en el seno de la inmigración musulmana que apoya mayoritariamente la independencia catalana, y las exigencias independentistas de la Generalidad.
Un Pleno desastroso para la Oposición: ni Rajoy ni el portavoz del PP hablaron de Gürtel, pero sí recordaron que lo pertinente habría sido hablar de los atentados y de la ilegalidad del independentismo.
Además, denunciaron la corrupción del PSOE –miles de millones--, de Podemos –y su financiación por Venezuela e Irán—y de los independentistas de ERC, socios del corrupto 3% de los dirigentes separatistas procedentes de CiU.
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SALAS