En julio, en Brasilia se llevó a cabo la Undécima Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, organizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En dicha Conferencia, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en una audiencia frente a un grupo de asistentes señaló que “a través de las mujeres se canalizan mejor los beneficios de los programas sociales”, afirmando que esto es “porque la mujer sabe cuidar mejor que el hombre”. Las palabras del presidente Lula, que parecen ser un reconocimiento al trabajo que las mujeres asumen en la implementación de las políticas públicas, no son sino el reflejo del orden de género vigente, pues son las normas sociales las que asignan a las mujeres las mayores responsabilidades sobre el cuidado de la familia, lo que se extiende a la comunidad en nuestros países.
El planteamiento de que seamos las mujeres las principales beneficiarias porque cuidamos mejor que los hombres, además de esencializar a las mujeres y ser injusto con muchos hombres, da cuenta de la orientación que persiste en las políticas sociales. Vale decir que se seguirán asentando en el trabajo gratuito de las mujeres, sin que tenga realmente reconocimiento el trabajo que realizamos para posibilitar el cuidado de las personas en lo que ha sido definido como la “economía del cuidado”. Jeanine Anderson define la economía del cuidado como “un sistema de obtención y uso de recursos no sólo económicos, sino también de energía humana, tiempos, afectos, oportunidades, etcétera, orientado a la atención de los miembros del hogar y la realización de las tareas diarias de aprovisionamiento, cocina, aseo, cuidado de la ropa y los enseres.” (1) Las actividades relacionadas con la economía del cuidado suelen ser invisibilizadas; no aparecen en los presupuestos, pese al importante aporte que realizan a la economía de los países y a su desarrollo.
En el Perú, mientras se invisibiliza el importante aporte de las mujeres en los procesos de implementación de las políticas sociales, cuando algo aparece con visos de escándalo o si se evidencian las fallas en dichas políticas, inmediatamente se mediatizan y las mujeres que aparecerán como responsables serán metafóricamente apedreadas por los reporteros y la prensa, que se erigen como jueces y jurado al mismo tiempo, incitando a la lapidación. Eso es lo que sucedió hace poco con un reportaje televisivo realizado sobre el programa Vaso de Leche (2), política social establecida desde hace más de 20 años en Lima y que luego se extendería al resto de municipalidades del país, que consiste en proporcionar una ración diaria de alimentos a familias vulnerables y es gestionada básicamente por comités integrados por mujeres. Los comités del Vaso de Leche se transformaron en una poderosa organización de mujeres populares y dentro de los beneficios que tuvo el programa y que no entraron necesariamente en los cálculos es que la gestión del programa posibilitó el nacimiento de un sinnúmero de liderazgos de mujeres a lo largo del país.
Luego de tantos años de implementación del programa, muchas cosas han cambiado, menos la pobreza debe señalarse, y en muchos lugares el programa perdió el sentido, lo que implica entre otras cosas que no llegue a todas las personas que lo necesitan. Según el especialista en Programas sociales de la Universidad del Pacifico Enrique Vásquez, entrevistado en el programa mencionado, más de un millón 200 mil personas son infiltradas, es decir personas que ya no necesitan la asistencia del programa. Esto es seguramente cierto, como es cierto lo que las mismas mujeres de organizaciones en diferentes lugares del país han señalado hace bastante tiempo, que el programa “se ha politizado”, que muchas veces las nuevas autoridades elegidas intentan manejarlo a su antojo y que el programa se transforma en un instrumento para manipular a las mujeres de los comités. Hay voces que se levantan denunciando que incluso las mujeres van perdiendo su dignidad por un vaso de leche, como lo plantea Victoria Rojas de San Francisco en La Mar: “los gobiernos locales politizan a las mamás y como se dice mueven el sartén por el mango, las mamás por recibir esas migajas de leche o producto lácteo o avena, tienen que unirse al gobierno local.” (3)
Muchas reclaman que a estas alturas el programa ha perdido efectividad, que hay mucha corrupción, malos manejos y que no aporta a combatir la desnutrición, que se requieren cambios u otro tipo de políticas que posibiliten a las familias generarse ellas mismas el sustento. Así lo propone Dina Oré, lideresa de Huanta: “Mi propuesta sería que se cambie a proyectos productivos. Desde el 84 prácticamente, no hay resultados beneficiosos. Entonces eso se puede cambiar con otros proyectos productivos, que podemos generar más y podemos salir de esta pobreza, de la desnutrición podemos sacar a nuestros niños.” (4)
Son muchas las lideresas que tienen profundas críticas al programa mismo, a la forma cómo se implementa en las localidades, críticas que toman en cuenta también las diversas realidades que se vive en las diferentes regiones del país, en donde un programa como éste no puede de ninguna manera funcionar de la misma forma que en Lima. Pero lo que todas tienen claro es que el hecho de que tengan este programa no fue una dádiva de papá gobierno, sino que fue producto de la lucha de las mismas mujeres. Por ello, a algunas les cuesta tanto la idea de que se termine, pues subyace la sensación que se pierde un derecho y se desvanece su aporte.
Otro punto que debe resaltarse en el linchamiento mediático es que se exacerba los casos de algunas mujeres que parece ser tienen buenas condiciones, no están en la absoluta pobreza para ser partícipes del programa y quieren seguir en la “mamadera”, según el justiciero reportero. Lo que no se ha mencionado en estas denuncias es lo que hace un tiempo señaló Arlette Beltrán, decana de la Facultad de Economía de la Universidad del Pacífico, en un ejercicio que realizó para acercarse a determinar en números el aporte de las mujeres al Vaso de Leche. En el caso de las mujeres que participan en el programa en Villa El Salvador, llegó a contabilizar que dedicaban 733,432 horas anuales al programa, las que, traducidas en sueldo mínimo, sumarían S/. 1,969,776, es decir el 22,95% del presupuesto del programa en la municipalidad, porcentaje nada despreciable, pero que no se menciona y que se pierde cuando la discusión pública se centra sólo en los aspectos negativos de la actuación de algunas de las lideresas.
En todo caso, es necesario que el debate sobre el programa Vaso de Leche se realice seriamente y se amplíe, y que participen las mujeres, que ellas tengan los recursos y oportunidades para acceder a los diferentes espacios y medios en los que se discute el devenir del programa y que cuando se lo critique y juzgue, se hable también de la cuantiosa contribución que hacen las mujeres a las políticas sociales y lo que significa en términos presupuestales la llamada economía del cuidado. Es tiempo de que sin mala leche se hable de las mujeres, de nuestras problemáticas y de las políticas que son necesarias para dar pasos seguros hacia la equidad, lo que, como señala la CEPAL en el documento “¿Qué Estado para qué igualdad?” (5), requiere un nuevo pacto social que incorpore una redistribución del trabajo entre hombres y mujeres, que permita a las mujeres acceder al mercado laboral y que reconozca la contribución que hacemos al cuidado de las personas, por ejemplo cuando nos hacemos cargo de la operación de las políticas sociales.
Notas:
(1) Citado en: Boggio María Rosa, Lora, Carmen (ed.) ( 2007): Futuro sin pobreza: Balance de la lucha contra la pobreza y propuestas, Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza, MCLCP, Lima
(2) Reportaje sobre el vaso de leche, Cuarto Poder: http://www.youtube.com/watch?v=AXGnqvnOCHY
(3) ”Discusión: Programa Vaso de Leche”, Memorias Círculos de debate, SER, 2009
(4) Ídem
(5) CEPAL, Secretaria de Políticas para as Mulheres (2010): ¿Qué Estado para qué Igualdad?, Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, Brasilia, 13-16 de julio del 2010 http://www.eclac.org/publicaciones/xml/6/40116/Que_Estado_para_que_igual...
Por Rosa Montalvo ReinosoNoticias Ser Perú[email protected]La Ciudad de las Diosas
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