¿Mala madre? Hombre pues un poco sí… Que no es que me sienta orgullosa de ello, pero hay veces en las que una tiene que ser sincera y reconocerlo. Sobre todo cuando algún cachorro llora por la noche y después de hacerme la sorda durante un ratín, le digo al Currante muy bajito:- Oye… Que Currita está llorando…Es increíble la velocidad que coge de nuestra cama a la de Currita. Cual bala… Y que quieres, una se queda tan pancha planchando la oreja. Y os aseguro, que tengo cero cargo de conciencia. Que aunque sé que debería ser yo la que se levantara, puesto que he sido la primera en escuchar el llanto, el Currante lo hace igual de bien que yo. O mejor, ¡qué narices! Que si yo soy mala madre, él es buen padre, y así compensamos.
Y ahora además, las malas madres, tenemos un club. Si, si. El club de las malas madres. Que se están haciendo súper famosas, ¡hasta han salido en El País este domingo! Y es que al grito de:
¿Qué somos?:¡¡Malas madres!!¿Y qué queremos?¡¡Fiestaaaaa!!
¿Quién no cae rendida a sus pies? Conmigo han dado en el clavo. Porque a parte de reconocer que hacen fatal las croquetas, que sus cachorros llevan las uñas tipo aguilucho, que en vez de planchar la ropa, se sientan encima de ella mientras ven la tele, porque el efecto es casi el mismo; a parte de todo esto, lo que me ha molado de verdad de ellas son las ganas de fiesta… Si. Si pudiera irme de fiesta, claro está… Pero como ya he reconocido que un poco mala madre si que soy, a veces mientras leo por enésima vez un cuento del petardo de Teo, soy capaz de imaginarme tomando un mojito en una fiesta en la playa… Ains…Y por cierto, mis croquetas están de muerte.