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Malas artes.

Publicado el 03 julio 2011 por ArÍstides

MALAS ARTES.
A MALAS PIERNAS, BUENAS MULETAS Anónimo.

¿Quién no se ha planteado paseando por las salas del Museo Británico de Londres, mientras se contemplan los bajorrelieves del Partenón de Atenas, o contemplando las piezas expuestas del antiguo Egipto en el Louvre de París cómo llegó todo eso hasta allí? Durante los siglos XVIII y XIX los arqueólogos trataron de salvar aquellos tesoros de su desaparición y, siguiento la mentalidad de la época, tomaron de sus colonias lo que consideraban suyo. De esta forma, se fueron llenando los museos con piezas de extraordinario valor que sus legítimos propietarios despreciaban. Cuando las colonias consiguieron la independencia de las metrópolis, los mismos museos completaron las colecciones comprando sin escrúpulos a saqueadores y ladrones de arte.

En la actualidad Grecia, Egipto y Turquía reclaman, y en alguna ocasión consiguen, que se les devuelva parte del patrimonio expatriado. Es lo que ocurrió con el Tesoro Lidio (363 piezas de oro del siglo VII a. C.) que el museo Metropolitan compró por 1,5 millones de dólares a sabiendas de que eran fruto del saqueo en Turquía. Lo triste es que, ya de vuelta en su país, la colección fue visitada en cinco años (769 entradas vendidas) por la misma cantidad de personas que en el anterior museo lo hacían al día. Pero lo más grave es que los mismos conservadores robaron piezas para pagar sus excesos en el juego y la prostitución. Por otra parte, Grecia sí dispone del magnífico Museo de la Acrópolis, donde tiene previsto instalar los 75 metros del friso del Partenón que reclama al Museo Británico.

La sección de antigüedades del Museo Getty, en la persona de su conservadora Marión True, también se vió condenado a devolver obras adquiridas con el conocimiento de su procedencia robada. Lo más sorprendente es que los argumentos de los museos para proceder de esa forma van en la línea de proteger las obras y de que en ningún sitio están mejor guardadas que en los países ricos con amplios presupuestos para su conservación.

Posiblemente cuando empezó todo hace 200 años fuera compresible que los arqueólogos actuando de buena fe y considerando a las colonias como algo propio actuaran de la forma en que lo hicieron, pero, desde luego, por ejemplo que el exdirector del Metropolitan dispusiera de presupuestos (850.000 dólares en 1959) anuales para adquirir piezas robadas es algo que se debe explicar; o por qué en las agendas de algunos directores museísticos investigados aparecen contactos de algunos contrabandistas perseguidos por la policia (Thomas Hoving del Metropolitan).



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